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— ¡Hoy! Es uno de los días más importantes tanto como para la familia como para mi. Hoy mi hijo toma mi lugar en la empresa —, mencionó el padre de Simón levantando su copa de vino. — No sabes cuan orgulloso estoy de que ahora tú seas el que va a llevar las riendas de la empresa familiar. Salud hijo mío.

Simón sonrió y levantó su copa, al igual que todos los invitados. Observó de reojo a su esposo, quien lo observaba con una hermosa sonrisa. Sintió su pecho apretarse complemente, sus sueños estaban cumpliéndose; estaba casado con el hombre de su vida y ahora sería el gran sucesor de su padre. Se sentía en un mismísimo cuento de hadas, un cuento de hadas, de donde nada, ni nadie podría sacarlo. Aún así, había algo que lo ponía triste y esa era la actitud que mantenía su madre en ese momento; la mujer se mantenía en su lugar, ni siquiera había levantado su copa y tenía una de las sonrisas más fingidas que Simón pudo haber visto en ellas.

— ¡Monchi! Láncese unas palabras —, gritó su hermano menor. Simón suspiró, una de las cosas que más odiaba era hacer discursos.

Tomó su copa y pensó por unos cuantos segundos sus palabras. — Primero que nada, quería agradecerles a todos por haber venido. Esto-esto... es un sueño para mi. Desde pequeño soñé en ser como mi papá, un hombre genial y muy inteligente, que a la vez tenía mucho dinero —, todos rieron ante lo último. — Mi padre siempre fue para mí, mi ídolo, un tipo de superhéroe, y el hecho de que ahora mismo sea yo quien está tomando su lugar, en quien confió para manejar su empresa, me da hasta ganas de llorar. No lo haré, porque están Isaza y mi hermano y no quiero que se burlen de mi, de por vida —, rió.

Observó a su esposo nuevamente. — También quería agradecerle a mi esposo, mi compañero. Villamil, eres tú quien siempre me estuvo para mi cuando tenía mis crisis de pánico o simplemente necesitaba que alguien me devolviera al mundo real, que alguien me recordara y me dijera "Simón, tienes 16 años, no puedes vivir encerrado en tu cuarto estudiando. Disfruta". Te amo, bebé. Gracias por todo.

Apenas terminó su última frase, todos los presentes comenzaron a aplaudir, por ahí, pudo escuchar como su hermano e Isaza lanzaban unas cuantas bromas, lo que hizo que riera nuevamente. Juan Pablo caminó hacia él, sin quitar su orgullosa sonrisa de sus labios. Ambos se unieron en un fuerte abrazo y seguido se dieron un corto, pero muy hermoso beso.

— Eres increíble, Simón Vargas.

— Tú me haces increíble, Juan Pablo Villamil.

No duraron mucho en su burbuja de amor, ya que rápidamente todos los rodearon con la intención de felicitar al nuevo director de la empresa familiar. Villamil sonrió y se hizo hacia atrás, quedando justo al lado de su suegra, quien ahora no se molestaba en ocultar su disgusto.

— ¡Sonría mujer! ¿No ve que su hijo está viviendo su mejor momento?

La mayor rodó los ojos. — Al principio siempre es el mejor momento hasta que el trabajo te consume y olvidas que tienes familia —, respondió y se retiró hacia el patio. Villamil la siguió con la mirada confundido. Decidió ignorar las palabras de su mujer y volver a buscar a Simón, quien por suerte, ya estaba disponible de nuevo.

~ • ~

— Fue una cena muy bonita —, mencionó mientras se deshacía de su incómoda corbata.

— Lo fue, hasta que vi la cara de mi mamá —, respondió Simón molesto. Lanzó su camisa a los pies de la cama. — No entiendo porqué no puede estar feliz por mi, ¿Acaso no ve que estoy cumpliendo mis sueños? —, Villamil volteó hacia él. — ¿Le fallé en algo a mi mamá?

Rápidamente negó en modo de respuesta. — No es eso amor. Debe haberle hecho mal el haber visto a tu papá después de hace mucho tiempo. Ambos sabemos que no terminaron de buena manera.

Simón bufó. — ¿Y que culpa tengo yo? Este no era el momento de mi papá, era mi momento. Era yo quien estaba tomando el cargo importante.

— Intenta entenderla amor. Tu mamá estaba realmente enamorada de tu papá, debe haber sido difícil verlo ahí con su nueva esposa y su hijo.

— Lo sé... pero ya han pasado tres años amor —, contestó sentándose en orilla de la cama dirigiendo su mirada hacia el suelo. Villamil se acercó y lo abrazó, dejando que Simón apoyara su cabeza en su estómago, así pudiendo acariciar su cabello. — A todos nos dolió la separación. Eramos la familia "perfecta" y de repente todo se fue a la mierda, ¿pero que culpa tengo yo? Duele más que la mierda ver que la mujer que más amas no disfrute tus logros por despecho.

Villamil suspiró. — Estoy seguro de que ella está completamente orgullosa de ti. La gente tiene distintos tiempos para superar algo, ya verás que luego de que se encuentre bien no durará ni un segundo en venir a abrazarte y mimarte en forma de celebración.

Simón levantó su vista, haciendo que las miradas de ambos se encontraran. — No entiendo como alguien tan perfecto y genial como tú puede estar con alguien como yo.

Villamil sonrió y unió sus labios en un largo y cálido beso que fue interrumpido cuando ambos necesitaban volver a tomar aire. — Hay que dormir, mañana será un día largo.

Esa noche uno de los dos durmió inseguro, y para sorpresa de todos no fue Simón, sino Villa. El menor mantenía su cabeza llena de pensamientos después de las palabras de su suegra.

Sobre las mil tormentas ➳ Villargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora