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Observó por el gran ventanal, pudo ver los edificios donde ya se encendían las luches, unos cuantos autos en las calles y la luna llena. La noche Bogotana estaba hermosa, lastima que la estaba desperdiciando encerrado en una oficina con una gran botella de vodka para él solo.

¿Pero que querían que hiciera? No tenía ganas de volver a su hogar, cuya sala y cuarto se sentirían tan vacías como él en este momento. Había llamado a su esposo para invitarlo a cenar y como costumbre durante tres meses: lo habían rechazado para estar con su amigo.

Se dejó caer en su sillón de descanso cuando sintió que su cabeza daba leves punzadas.

— ¡Simón! —, Angela corrió hacia él intentando levantarlo. El más alto se quitó de su agarre y volvió a sentarse en el sofá, no estaba para que lo anduvieran regañando. Aprovechó el momento para analizar el cuerpo de su secretaria, a quien cada vez encontraba más y más bonita.

Por un momento pensó en llevársela a la cama, después de todo, su esposo no le prestaba atención hace mucho y él necesitaba quitarse el estrés.

— Voy a llamar a un chofer y te llevaremos a casa, esto ya no es ni medio normal.

— A mi casa no —, mencionó como pudo. — Consígueme un cuarto de hotel o lo que sea, pero a mi casa no me voy a ir.

La mujer lo observó con desaprobación pero se decidió por simplemente ignorar a su jefe y seguir sus órdenes, después de todo, ese era su trabajo.

|...|

Siete de la mañana; Villamil se movía de lado a lado esperando una señal de vida de su esposo, pues este no aparecía hace horas y eso lo ponía de pelos de punta. Volvió a tomar su teléfono y le marcó nuevamente, para su suerte, esta vez si hubo respuesta.

— Señor Villamil...

Se tensó, conocía muy bien esa voz; la secretaria de su esposo.

— Ángela, deme con Simón, por favor —, respondió con enojo. ¿Quien se creía esta mujer para tomar el celular de su esposo?

— Señor Villamil, don Simón está dormido y pidió que nadie lo despertara.

Juan Pablo no respondió y cortó la llamada. Su cabeza volvió a llenarse de inseguridades. Inseguridades que aparecieron hace tres meses; inseguridades que no fueron inculcadas por él, sino por externos, que se pasaban día y noche advirtiéndole que tuviera cuidado, "Simón es igual a su padre", "hay mucha gente hermosa en esa empresa", "El estrés de ese trabajo lo puede llevar a cometer errores". Lo que más le sorprendía era que esos comentarios venían de nada más, ni nada menos que de su suegra. Lo que creaba más dudas en él; ¿Sí ni su propia madre confiaba en Simón, por qué debería hacerlo él".

No quería que le rompieran el corazón, así que comenzó a alejarse. Intentaba no encontrarse con Simón, porque eso era significado de imaginárselo en muchas situaciones externas a lo que era trabajar. Le habían llenado la cabeza de mierda y eso le estaba haciendo un daño enorme, tanto a él, como a su relación.

"Hay gente que es mejor sacar de tu vida, no importa quien".

Sobre las mil tormentas ➳ Villargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora