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Presionó sus puños contra la mesa intentando regular su respiración. Había llegado hace unos minutos a su casa y consecuencia de eso ahora estaba teniendo una pelea con su esposo, quien lo observaba desde el sillón.

— Respóndeme Simón, ¿Que hacías tú y tu secretaria en un hotel?

— Te lo dije cien mil veces, Juan Pablo. Estaba ebrio y no tenía de humor para venir a casa para estar solo, así que le pedí a Angela que me pidiera un cuarto.

— ¿Y que hicieron?

Simón rodó los ojos y volteó hacia él. — Ve al grano, Juan Pablo —, se cruzó de brazos. — Tú piensas que te engañé, ¿No? Te voy a ser sincero; tuve la tentación de hacerlo, después de todo, Ángela es una mujer lo extremadamente guapa y ambos compartíamos cuarto. Además, hace mucho que nosotros no tenemos nuestro tiempo y yo me siento solo, ¿Por qué no lo haría? Aún así, no lo hice, porque soy un hombre casado, que te ama.

— ¡Aún así! Tienes que llegar a casa Simón.

— ¡Dios mío! ¿Cual es el problema de que yo no llegue a casa? Aún así no notarías mi presencia, ya que parece más casa de Alejandro que mía.

— ¡Ese es el problema! —, Villamil lo interrumpió. — ¡Tú no estabas y Alejo sí! Me sentí débil, inseguro ¿Y sabes que hice?

Simón sintió su pecho apretarse con fuerza. Cerró sus ojos y bajó su cabeza, algo le decía que esto iba a hacer el golpe más duro de su vida.

— Yo si te engañé Simón, ese es el maldito problema.

El silencio se presentó en una sala por unos segundos; silencio que para ambos pareció una eternidad. El mayor decidió cortarlo.

— Espero que tengas un buen abogado —, dicho esto, tomó su saco y se retiró de la casa, mientras Juan Pablo estallaba en llanto.

"Las inseguridades pueden ser las mayores enemigas del hombre"

|...|

— ¿Se van a divorciar? —, Simón alzó su vista hacia su madre quien acababa de entrar a la oficina.

— Buenos días mamá —, contestó de manera sarcástica, Juana repitió la pregunta ignorando lo anterior. — ¿Por qué preguntas? Sabes que sí, todo el jodido mundo lo sabe.

— ¿Que hiciste Simón? —, el recién nombrado arqueó una ceja. — ¿Que le hiciste a Villamil?

Golpeó la mesa con fuerza, logrando que su mamá se asustara y diera un paso hacia atrás. — ¿Cual es tu maldita obsesión con que yo me parezca a mi papá? Desde que acepté tomar su lugar solo he recibido mierda de ti y es agotador. Soy tu hijo, lo mínimo que espero es que me abraces.

— No te voy a felicitar, esto es una estupidez, mira lo que logró, que echaras a perder tu relación.

— ¡Villamil me engañó! —, gritó con furia, su cara estaba roja y sus nudillos se pusieron blancos debido a la fuerza con la que apretó sus puños. — ¿Ahora no dices nada?

— ¡Responde! ¿Te duele que haya sido yo a quien hayan dañado? —, la mujer no respondía. — Tú dañaste mi relación mamá. Fuiste tú quien se empeñaba en decirle a Juan Pablo que yo era igual a mi padre, "que era cosa de tiempo para que yo lo engañara". Al parecer te salió el tiro por la culata porque la cosa fue al revés.

— Simón...

— ¡Simón nada! Te empeñaste en destacar todo lo malo, ¡Yo no soy mi papá! Y no tengo la culpa de lo que él haya hecho. Tú sabías que este era mi sueño, aún así fuiste una orgullosa que solo pensó en ella y no en los demás. Esto no te lo voy a perdonar ni en mil años —, observó a su madre, quien lo observaba atónita. — Ahora te voy a pedir que te retires de mi oficina y no me busques, al menos no este año.

Sobre las mil tormentas ➳ Villargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora