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— ¡Papo, ya estoy en casa! —, Simón caminó por la entrada con una gran sonrisa. Había salido temprano del trabajo para poder pasar tiempo con Villamil, ya que hace mucho tiempo no tenían oportunidad ni de cenar juntos debido al pesado trabajo de ambos. — Salí temprano y pensé que podríamos ver una...

Se detuvo en seco cuando se encontró ante un chico sin camisa en su sofá. Inmediatamente apareció Villamil en el salón junto a una camiseta en su mano. — Toma Alejo, creo que esta te quedará bien —, Vargas alzó ambas cejas ante la desconocida que su novio le había hecho hace unos momentos.

— Gracias Villaco...

— No es nada, después de todo, fue mi culpa que se manchara —, rió. Simón tosió con falsedad para que su esposo notara de una vez su presencia. Juan Pablo levantó su cabeza con susto.

— ¡Monchi! No lo había visto —, Simón sonrió irónico, mientras Villamil se acercaba a él para dejar un corto beso en sus labios. — Alejandro, le presento a mi esposo, Simón.

El chico sonrió y se levantó del sofá para extender su mano, Simón lo aceptó de no muy buena manera. — Amor, él es Alejandro, trabaja junto a tu mamá en pediatría. Llegó hace unos días.

Simón asintió levemente, a lo que Alejandro pasó su mano por su cuello con algo de incomodidad. — Creo que mejor me voy, se ve que... ya saben, necesitan de su tiempo.

Villamil asintió con levedad y se ofreció a acompañarlo a la entrada, a lo que Alejandro se negó. — No se preocupe, que no creo que me pierda —, bromeó y se acercó para susurrarle algo. — Parece que su novio anda en modo desagradable hoy —, susurró. Simón volteó ante la falta de talento que tenía el contrario al susurrar.

— Adiós. Tengan una buena tarde.

Fue hasta que Alejandro ya no se encontraba en su rango de vista cuando Simón se dignó a soltar una palabra. — ¿Puedo saber por qué ese chico estaba sentando en nuestro sofá y sin camisa? —, se cruzó de brazos.

Villamil rió con ternura y se dejó caer en sus brazos, colgándose de su cuello. — ¿Está celoso Monchito?

— No. ¿Por qué? ¿Debería estarlo? —, Villamil rodó los ojos con diversión y se soltó de su agarre, caminando hasta el sofá para sentarse.

— Lo invité a tomar un café y sin querer manche su camisa, así que lo traje acá para poder prestarle una —, Simón caminó hacia él y se sentó a su lado.

— ¿Y no tenía más camisas en casa?

— Sí, pero vive lejos y no lo iba dejar irse con una camisa busca con tremenda mancha café en ella... —, contestó. Simón no respondió. — ¡Vamos Monchi! No se puede poner celoso de algo tan ridículo.

— ¿Quien dice?

Villamil bufo y se acercó aún más a él, quedando sentado en sus piernas. Con tranquilidad comenzó a deshacerse del nudo de su corbata, cuando terminó dejó un corto beso en su cuello. — Yo lo digo —, Simón no respondió. — Me duele que desconfíe de mi.

— No es desconfianza... sino que... ya sabe, no es normal llegar a tu casa y encontrarse a un desconocido semidesnudo en tu sofá —, se defendió. — ¿Como reaccionaría usted?

— Tiene razón. Aún así, no pasó nada entre nosotros y creo que es muy obvio, ya que como ves, yo no estoy sentando en las piernas de ese chico en este momento esperando a que me deje desabotonar su camisa y poder disfrutar mi tarde.

Simón suspiró y comenzó a dejar caricias en los brazos de su novio. Dejó un corto beso en sus labios y susurró contra ellos. — Vamos a nuestro cuarto.

|...|

Juan Pablo reposaba en el pecho desnudó de su novio, quien se dedicaba a hacerle caricias en su cabello. Ambos en completo silencio. El menor se incorporó para poder ver al pelinegro a los ojos.

— Monchi... ¿Por qué no me contaste todo respecto a tus padres?

Simón detuvo el movimiento de sus manos y tensó la mandíbula. — Yo... tenía miedo de que esto te diera inseguridades.

— ¿Y crees que ocultándolo me haría sentir bien? —, cuestionó. Simón también se incorporó en su cama.

— Villa... lo siento, en serio. No sé en qué estaba pensando.

— ¡Puras estupideces! Eso pensaba —, bromeó Villamil. — Nosotros tenemos una promesa Simón, si vuelve a ocultarme algo de este modo no se lo voy a perdonar.

Simón sonrió y dejó un suave beso un labios. — Lo prometo.

Lo que no sabe Villamil es que Simón no es muy bueno cumpliendo sus promesas.

Sobre las mil tormentas ➳ Villargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora