Capítulo 11

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''Era el hecho de que ella sabía, sin importar lo que él hiciera, ella aún lo amaría''.

Pasó una semana de aquella discusión. Una. maldita. semana. Yo esperé como imbécil a que me hablara. Que me buscara para solucionar las cosas. Como había mencionado, de todas las discusiones que habíamos tenido hasta ese momento, grandes y pequeñas, SIEMPRE fui yo la que di mi brazo a torcer y busqué arreglar todo.

Dentro de esa semana, iba a clases, pero me encontraba a misma pensando en él cuando debía estar poniendo atención al profesor. Al despertar, miraba mi celular esperando tener un mensaje de él, tan sólo un ''veámonos'' ''te quiero'' ''te echo de menos''... ¡ALGO!, pero nunca había nada. Yo decidí que esta vez iba a ser diferente. Él debía buscarme a mi. Sé que quizás era una decisión un poco infantil, pero créanme, una se cansa de ser la única que pone los huevos en la relación. Puta que cansa. Sólo necesitaba que él pusiera de su parte para demostrarme que también le importaba. Que él estaba ahí, no sólo cuando estábamos bien, si no cuando también estábamos mal. Para mi y mis principios, era algo básico.

Pasaron y pasaron los días y mi esperanza iba decayendo. El problema era que pronto iba a ser 6, e íbamos a cumplir tres meses juntos. Me parecía inconcebible que se cumpliera un mes más pero estuviéramos así de enojados. No daba más. Esto no daba para más.

Miércoles 5 de septiembre

A pesar de todo mi orgullo, decidí mandarle un mensaje.

-Tenemos que hablar.

Pasó un rato, y yo tenía los nervios de punta. Al final, me respondió.

-Si.

-Ya, y ¿cuándo puedes?

-Emmm... no sé :/

-¿No sabes? Veo que te interesa mucho arreglar las cosas.

-No es eso Alessa, es que no tengo tiempo.

Sonaba patético que, habiendo pasado una semana sin hablar, y habiéndole hablado YO para que nos juntáramos a conversar, me dijera que 'no tiene tiempo'. Me dolió. Me dolió el corazón.

-Mira Tomás, de verdad no quería hacer esto por mensaje, pero parece que no queda otra alternativa.

-Alessa...

-No entiendo. Pasó una semana, y como siempre te tuve que hablar yo. Cuando dejo mi orgullo de lado para juntarnos y arreglar las cosas, me sales con que no tienes tiempo. ¿Cómo quieres que me sienta? Me siento como la mierda, Tomás.

-Tu me importas, Alessa. De verdad. Es que... mira, puedo un rato ahora, si quieres.

-Ya no, Tomás. Ya es muy tarde. Ya me dejaste en claro todo lo que necesitaba saber. 

Yo en ese rato estaba llorando, mal. No entendía como con sus acciones -o falta de- pudiera hacerme sentir tan poco valorada. Sentía que no le importaba para nada. Y lo peor, es que yo sabía que el viernes se iría a su ciudad, y que no nos podríamos ver. De pronto, la realidad me cayó como un balde de agua fría: si yo no le hubiera mandado un mensaje, el se hubiera ido todo el fin de semana, perfectamente. No hubiéramos arreglado nada, yo estaría llena de incertidumbre, y el lejos. Y hubiéramos cumplido un mes más, sin razón alguna para celebrar. ¿Cómo celebras algo así? Me paré y fui donde mi papá.

-Papá, n-no entiend-do. ¿Cómo p-puede s-ser así conmigo? Si y-yo lo quiero tan-nto...

-Hija, tranquila. Lo mejor es que se den un tiempo. Aléjate de él, te servirá para pensar, para ver bien que quieres tú.

En eso me llega una respuesta de Tomás.

-Pero, te dije que puedo ahora un rato...

Le pregunto a mi papá qué debo hacer.

-Yo creo que es mejor decirle que no. Estás llorando, y no merece verte así. Un hombre que te quiere de verdad, hija, haría de todo para que no sufras. Es más, correría para verte y arreglar todo.

Encontrándole razón a lo que dijo mi papá, le respondí:

-No Tomás, ya no.

-Me estoy haciendo el tiempo...

-Te estás haciendo el tiempo ahora, recién ahora. Ya no me sirve.

-Alessa pero...

-Ya no es necesario que me dediques más de tu valioso tiempo. Ya no lo necesito.

Después de unos minutos, responde:

-Entonces,  ¿esto llegó hasta aquí?

-Si.

-Ok.

Esa noche lloré tanto, que me quedé dormida de tanto que me dolían los ojos. No entendía cómo podía quererlo tanto, él decirme quererme tanto, y hacerme sentir tan mal. Su respuesta me dejó sin palabras. No podía creerlo. Era el hombre a quien más había querido, y sin embargo, me trató como la mierda. ¡Era imposible que no tuviera tiempo! No le estaba pidiendo que 'invirtiera' en mi todo un día. Algunos minutos eran suficientes. Pero ni eso quiso darme. Es un imbécil. Le di tanto de mi, le dediqué mi corazón como a nadie y no supo apreciarlo. Y su último mensaje!!!!!! ''Ok''. ¿Qué es eso? ¿Como aceptando, sin decir nada más, que había terminado con él? Pensé que al menos lucharía un poquito más por lo que teníamos.

Pensé que me querías Tomás... ¿para qué me lo dijiste si no lo sentías?

Nunca dejes de soñar | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora