La tortura de esperar (6)

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Ambos estaban sentados comiendo chucherías mientras platicaban de todo tipo de temas. Descubrieron que ambos amaban el Sumo y quedaron en que algún día irían a ver una pelea juntos.

O sobre la extraña afición sobre lamer cerezas de una manera rara. Kakyoin había animado a Jotaro a que el también lo hiciera, pero la cereza termino cayendo al piso así que sentenciaron que ese no era el fuerte del mayor.

-Vaya, que rápido pasa el tiempo, faltan 20 a las siete.- Bostezó y luego de ello miró al pelinegro- ¿Vemos una película o jugamos baraja?

-Yare yare daze, ninguna, tengo algo que hacer.- se levantó mientras recogía la basura y los platos del suelo- Si quieres mañana vuelves a venir, fue divertido pasar la tarde contigo.- le dedicó una sonrisa que le sacó un suspiro a Noriaki.

-B-bien...- ayudó a recojer los restos de comida y acomodar un poco.

-¿Ya se van?- preguntó Holly.

-Si mujer, en un rato vuelvo, vamos a la casa de Polnareff.- No dijo nada más, solo tomó su gabardina y sus zapatos para salir.

-Muchas gracias por todo señora Holly, la comida estubó deliciosa.- Hizo una reverencia mientras sacudía su mano.

-¡Vuelve cuando quieras!

Ambos chicos iban caminando por la amplia banqueta y cuando estuvieron algo lejos de la casa, Jotaro retiró su gorra, desacomodando sus azabachados cabellos. En ese momento Kakyoin no creyó haber visto obra de arte más bella en su vida.

-¿Quién es Polnareff?- preguntó ingenuamente.

-Un amigo, pero es obvio que no vamos con el.- sonrió con malicia- Yo voy con alguien, así que nos vemos.- se despidió y fue cuando Noriaki recordó a esa cajera.

"Creí que no iría con ella, que equivocado estoy." pensó, desanimándose.

No se despidió y otra vez volvía a sentir ese dolor en el pecho.

Jotaro por su parte, caminaba calmadamente a ese supermercado de la tarde. A unas cuadras de llegar miro a la chica. Su cabello era castaño y largo, tenía algo que le agradaba, pero solo para una noche.

-Creí que no vendrías.- Sonrió- Me llamo carolina, ¿Quieres que vayamos a... mi casa?

-Si.- el no iba a hablar, el iba para satisfacerse. Lo cual paso.

Podía hacerlo el mismo, pero era mas divertido que alguien más lo hiciera. Nunca había sentido tal placer que lo volviese loco, ni cuando se auto complacía ni cuando lo hacia con alguna chica.

Pero la sensación de poder y tener a alguien a su disposición era lo que de verdad le gustaba.

La chica se retorcía bajo su gran cuerpo, gimiendo palabras ya inaudibles. Sus embestidas eran certeras y profundas, estaba a punto de culminar así que rápidamente saco su miembro, derramando su semilla fuera.

Su vista se nubló y quedó en blanco. Después de unos segundos, volvió en si, secó el sudor de su frente y observó a su cómplice. Se había quedado dormida y su cuerpo seguía caliente.

Volvió a ponerse su ropa pero faltaba su gorra. No recordaba donde la había dejado, buscó por todos lados y cuando estaba a punto de rendirse, miró que Carolina la abrazaba posesivamente. Con cuidado la quitó de sus brazos y pudo notar las marcas que dejó sobre estos.

No desaparecerían hasta en algunos días. Esa era su manera para dejar el doloroso recuerdo de que ya no volverían a tener nada nunca mas. Lo utilizaba con todas y nunca sentía remordimiento.

Fuckboy (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora