Battle hall (12)

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Se sentía de la mierda. Si, Jotaro Kujo también tenía sentimientos y ahora estaban... Afectandolo.

Algo dentro de el se quebró cuando vió a su lindo amigo pelirrojo ser violento y le gritara con tanta rabia, con tanta tristeza.

Y más porque sabía que fue su culpa. El se lo busco y como dicen, el que busca encuentra.

Pero no solo eso, también sentía una ligera impotencia bajo sus pantalones. Estuvo a centímetros de tocar el cielo...

Entonces todo se fue a la mierda. Solo esperaba llegar al salón y no encontrarse con Noriaki, porque juraba que se lo cogería en el escritorio y le daría tan fuerte que probablemente lo dejaría lisiado.

Esa idea le gustaba. Lo que no le gustaba para nada, era el hecho de que sentía algo... Y eso no iba con el.

Se suponía que solo había sido sexo pero desde el momento que ese "juego" comenzó, algo no le agradaba.

Se había sentido bien. Realmente bien. Tener a Kakyoin en su cama era lo mejor que le pudo pasar porque por primera vez en toda su vida, de verdad se sintió fuera de sí.

Un placer maravilloso, mejor que cualquier otro que hubiese sentido. Y eso le aterraba.

"Me estoy sugestionando" pensaba para poder tranquilizarse. Pero muy en el fondo, sabía que no.

Su cabeza daba vueltas y en lo único que podía pensar era en el pelirrojo. Sus labios, su piel, su olor y su perfecto cuerpo.

Estaba cediendo a los encantos de el y eso, no era nada bueno.

Entró al salón con el mal humor muy remarcado, todos lo notaron, pero nadie preguntó.

"Oh mierda." La castaña tenía un muy mal presentimiento de eso. Hace unos diez minutos el y su amigo habían salido juntos y ahora solo volvía él.

"Tal vez solo fue al baño o en el peor de los casos los interrumpieron en medio de ALGO..." Le restó importancia.

Cinco minutos. Diez minutos. Nada...

Ni un jodido rastro de Noriaki. Eso relajaba a Kujo. Eso preocupaba a Tessa.

Con cuidado se sentó en el pupitre de su compañero y miró a Jotaro, inculpándolo

 con sus ojos.

-¿Qué?- preguntó molesto el pelinegro, mientras bajaba su libro.

-¿Dónde está?

-¿Quién?

-No te hagas el idiota Kujo.- sobó el puente de su nariz, algo irritada. Era más imbécil de lo que se imaginaba.

-Ah, la cereza viviente.- dijo sarcásticamente- Ni idea.- trato de seguir leyendo en paz.

Realmente decía la verdad. No sabía dónde rayos estaba, se había ido con la furia al 100 y para evitar problemas, no lo siguió.

-Uuughh- refutó con enojó- ¿Qué le hiciste?- tal vez era muy sobreprotectora, pero si Jotaro le había tocado un solo pelo, ella misma se encargaría de castrarlo.

Irónico, porque Jotaro le había tocado hasta lo que no.

-Yo no le hice nada.- trataba de ignorar su presencia, pero era casi imposible.

-¡No le hiciste nada! ¡Sólo lo ilusionaste, te lo follaste y después lo desechaste como a un pañuelo! ¡¿No es así Kujo?!- sus manos se aferraron al respaldo del pupitre con enojó.

-Yare yare daze...- suspiró acomodándose la gorra. Ahora se sentía incluso peor. Un extraño arrepentimiento se apoderó de el- Puede ser.

No tenía manera de negar eso. Lo que la castaña decía era verdad, pero ahora quería cambiar ese hecho.

Fuckboy (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora