Capitulo XXXIV

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—Dulce Vi —suspiro, mientras observo a Evangeline acercarse a Violette

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—Dulce Vi —suspiro, mientras observo a Evangeline acercarse a Violette

La saluda con un casto beso en la mejilla, le sonríe y luego me mira.

—¿Cómo estas, Eros? —la miro serio

—Evangeline.

No me cae bien, y lo sabe, y parece divertirle.

—Primo, querido —levanto mi mirada, observo como Evangeline borra su sonrisa al verlo

—Piérdete, Jacob —rueda los ojos hacia a el

—Entre tus piernas, preciosa —arruga sus labios y lo mira mal

Lo miro cuando se acerca a mi, le sonrío levemente.

—¿Cómo estas, Jacob? —palmea mi hombro

—Oh, genial —sonríe— Y estoy a esto —hace un gesto con sus dedos—, de asesinar a Evangeline —sigue sonriendo, arqueo mis cejas

—¿Ah si?

—La maldita organizó una maldita fiesta, Eros. Ahora dime, ¿acaso tengo que actuar como un verdadero secuestrador y amordazarla? —parpadea—. Ya no se que hacer para que se quede malditamente quieta —suspiro

—Deberías buscar otros modos. Pero, no ese —asiente

—Si sabes algunos, dime —toma de su copa, bajo mi cabeza cuando siento un peso en mi brazo

—Iré a hablar con Eva —me sonríe, sonrío levemente—. Pero quiero que estés en la fuente junto a los demás, en una hora serán las doce.

—Ahí estaré —murmuro, me inclino y beso sus labios

Me sonríe unos segundos más, se aleja. La observo hasta que gira su cabeza, como si hubiera recordado algo.

—Oh, y antes de ir a la fuente, tengo que hablarte de algo. Espérame en la mesa de los dulces —vuelvo a asentir

Sonríe y se aleja, caminando con Evangeline. La sigo con mi mirada, que hermoso le queda ese vestido.

—Mmh —vuelvo a mirar a Jacob—, y yo que creí que lo único que tenias era una obsesión —suspiro, coloco mis manos en mis bolsillos

Tal vez lo fue, pero solo en un principio.

—Sigue obsesionándome —digo, porque de verdad lo hace, toda ella, tanto por dentro como por fuera

—Yo usaría otra palabra —entrecierra los ojos—. Que tal, ¿enamorado? —tararea lo ultimo, frunzo levemente el ceño

Esa palabra. Nunca fui muy creyente de ella, siempre la consideré muy cliché. Y la verdad, no se realmente lo que significa.

Pero, si pensar en ella todo el tiempo, admirarla, tanto por su belleza como por sus acciones. Si imaginar en cada segundo, sucesos de un futuro con ella. Y sentir el irrevocable deseo, de estar siempre con ella, es estar enamorado. Entonces, supongo que lo estoy.

El Rey y su DuquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora