Tomo un sorbo, mientras la observo hablar con sus excompañeros.
Detallo su cuerpo de arriba abajo. La extrañé demasiado, apenas podía conciliar el sueño. Incluso un día me quede toda la noche en la oficina, porque pensar demasiado en ella me estaba destruyendo.
No sabia que hacer, no sabia como calmar mi ira hacia a mi mismo. Luego me había hecho la pregunta de como ella se había enterado, lo que me llevó a Evangeline.
Descargué mi ira con ella, la ira contra mi. Y sin embargo, me ayudó, ocurriéndole esta idea.
Y a medida que la iba organizando. Invitando a esas personas, escuchar sus distintos relatos, me daba cuenta lo admirable que es, no solo para mi, sino para cada persona que se cruza con ella.
Cuando se despide del ultimo, me acerco. Me mira, mientras suspira. Me termino de acercar, y creo que es la primera vez en mi vida, que siento esta clase de nervios.
Quiero que me sonría, lo único que pido.
—Esto fue, inesperado —dice, mirando levemente hacia su alrededor
Detallo su rostro, su piel delicada, sus pómulos bien definidos, sus labios, el pequeño lunar cerca de ellos. Sus pestañas largas, arriba de esos hermosos ojos que se volvieron mi debilidad.
—No sabia que más hacer. Aún no lo se. Otro lo siento no servirá de nada. El único cambio ahora, es tu palabra.
No quito la mirada de sus ojos, bajan unos segundos a mi pecho, pensativos. Bajo también mi mirada, cuando el deseo de observarla por completo me gana. Y ahora, deseo tanto estrecharla hacia a mi, pegar mi nariz a su cabello y olerlo.
Le susurraría promesas, cosas que pensé desde el día que peleamos. Pero eso lo empeoraría, y ahora se, que no me creería.
—Bueno —me mira, una chispa aparece en mi cuando veo su comisura elevarse. Pero la baja, cuando mira detrás mío
La miro unos segundos más y luego giro mi cabeza. Frunzo el ceño al ver a Alek, mirándola fijamente.
Vuelvo a mirarla, suspira y vuelve a mirarme.
—Volveré en unos minutos —murmura, pasando por mi lado
Mi mirada se queda unos segundos en el suelo, suspiro y niego con la cabeza.
Alek siempre fue la razón de las lagrimas de Violette. No voy a arriesgarme a que esta vez haga lo mismo.
Me giro y comienzo a caminar, siguiéndola.
Cruzo el largo pasillo, alejándome del ruido. Dejo de caminar al escuchar voces. Giro mi cabeza y me acerco, hacia la sala de estar.
—El hombre vendrá en unos días —me detengo antes de adentrarme, colocándome de costado
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El Rey y su Duquesa
RomanceViolette Anderson es la chica que esperas que te salude a la mañana en la escuela, amable, femenina, inteligente y la mejor en todo. Literalmente. Todos la conocen por el apodo "La Duquesa" ya que su familia era una de la mas ricas, y por su actitud...