Violette Anderson es la chica que esperas que te salude a la mañana en la escuela, amable, femenina, inteligente y la mejor en todo. Literalmente. Todos la conocen por el apodo "La Duquesa" ya que su familia era una de la mas ricas, y por su actitud...
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Me siento en la camilla, miro a Rachel. Sonríe levemente, triste. Suspiro y vuelvo a mirar a la doctora.
—Muy bien, Violette —me sonríe levemente, le sonrío de vuelta—. Tal vez tengas algunos efectos secundarios —se acerca a una mesa, bajo mi mirada— Los más comunes suelen ser nauseas, algunos problemas para tragar, tal vez rigidez en la mandíbula. Y claro, mucho cansancio —vuelve a mirarme
—Claro —se acerca, me bajo de la camilla—. Sabes, como todos los que se encuentran en tu situación —la miro—, existe un centro de apoyo —coloca una mano en su bolsillo y saca un folleto, me lo tiende—. Personalmente, lo recomiendo.
Miro el folleto, suspiro y vuelvo a sonreírle.
—Se lo agradezco, doctora. Por ahora, no llama mi atención —miro unos segundos a Rachel y luego a ella—. Iré a cambiarme —camino hacia el baño
Aprecio lo del centro de apoyo. Pero ir ahí, observar más personas en mi situación, solo me hará recordar lo que tengo dentro mío. Y no quiero eso, tengo que empezar a hacer otra cosa.
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Estiro mi pierna, bajo mi espalda y la pego a ella.
—Vi —escucho la voz de Rachel—, llegó una carta.
Incorporo mi espalda y me coloco recta, aún de piernas abiertas.
Giro mi cabeza y la miro, me tiende una tarjeta roja. Frunzo el ceño, mientras la tomo.
Violette Anderson y Rachel Adams.
Entrecierro los ojos unos segundos y luego la abro, suspiro.