¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- ¿Ahora eres tú la que me sigue? - se burló la nipona viendo a su menor caminar a su lado.
- Desde que heriste mi orgullo cerrándome la puerta en la cara, he decidido ser la piedra en tu zapato - dijo Chaeyoung.
- Bueno, eso era para que supieras lo que se sentía cuando me decías que miento - la mayor rió.
La rubia miró hacia un lado y notó que la mocosa ya no caminaba junto a ella, frunció el ceño deteniendo su paso y volteó su cuerpo.
Mala idea, su rostro había quedado a sólo centímetros del de la coreana.
- ¿C-Chaeyoung? - balbuceó bajando la cabeza y entonces su mejillas ardieron al sentir las suaves manos de Chaeyoung en ellas.
- Mírame, de verdad me gustas - dijo la coreana y Mina la miró - No sabes la sensación que me causas al verte, no sabes cuanto tiempo estás en mi cabeza, realmente no sabes nada - murmuró y la nipona intentó bajar la cabeza avergonzada pero Chaeyoung no se lo permitió - Mírame, por favor, mira mis ojos, dicen todo, te miro diferente, porque me gusta verte, disfruto ver tu rostro independientemente de las expresiones que tengas, me gusta estar contigo sin importar el tema de conversación, me basta estar contigo un segundo para sentirme feliz y me gusta que te guste.
- Chaeng...
- Dímelo otra vez, por favor - pidió con sus ojos suplicantes.
- Me gustas mucho... - musitó la rubia.
- Te creo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.