Su vida tomo otro rumbo en un simple pestañeo;
tan espontaneo que no dieron tiempo a pensamientos.
Caminando entre almas perdidas tratando de silenciar la mente;
buscando la luz del día.
La noche llena de susurro, aprovechando la ocasión;
pasando...
Siendo guiada por la oscuridad con una insignificante lumbre; prosiguiendo entre la ramificación. Investigando con la mirada alguna cabaña o un refugio donde encontrar algún comestible para abastecer su vigor. La serenidad de la arboleda dejaba percibir cualquier sonido; hasta el quebrar de una rama.
El torcer y repercutir de las ramas hizo poner sus sentidos en alerta; el avance de los pasos confirmaron que no era un simple errante. La idea de cruzar caminos con supervivientes no era complaciente; evitaba cualquier contacto.
Un rincón oscuro fue su opción para no captar la atención, sus ojos vigilantes ante la situación. Un grupo pasando; mujeres, hombres y un joven. Fue observada por el del final, por sus adentros rogaba que no se acercará y un llamado bastó para que se alejará.
Varios minutos pasaron para que saliera con sigilo y volvería a pasear por la oscuridad. Amaneciendo bajo un techo; teniendo pocas provisiones. Siempre estando en movimiento y empleando un arco al encuentro de algún animal.
En el vecindario se había topado nuevamente con la gente; el joven se encontraba sentado en el tejado. Sin quitar la mirada volvió por su camino. La tranquilidad termino cuando se encuentra con unos caníbales. Quiso defender su físico; cayendo a la superficie con ambos cuerpos muertos.
Para su mala fortuna, fue auxiliada por el adolescente. En rápidos movimientos, al ser liberada se puso con su arma en alto. El niñato solo subió sus manos en seña de inocencia. No sé dejaría engañar;dió unos pasos hacía atrás dejando una buena distancia para poder fugarse.
Las traiciones y experiencias al estar en un conjunto de personas hizo crecer su desconfianza. Ser descubierta era un fallo para ella; se tenía que resguardar para que no fuera detectada. Ignoraba la voz de aquel chico, no le apetecía tener compañía.
Observó cada detalle de aquel chico; su pelo erizado, descuidado, desordenado y moreno casi tocando sus hombros. Sus facciones eran juveniles, con un aspecto inexpresivo y sin olvidar algo de suciedad en ella. Sus ojos resaltando con su color azulados e impenetrables, acompañados de unas pestañas envidiables. Cabe destacar que sus mejillas tenían un color carmesí; quizás hubo alguna batalla con un errante. Labios blanquecinos algo voluptuosos y secos gracias a la frescura del invierno. Su tez era pálida con un aspecto de porcelana. Su altura era de cualquier hombre promedio, con su cuerpo delgado. Quien lo viera dudaría de su astucia, aparentando unos dieciséis años.
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No pudo suprimir los pensamientos, su curiosidad la carcomía. Tardo en convencerse si era buena idea seguir con un plan; consistía en investigar las actividades de aquel grupo. Poco convencida, fue en incógnito tras los árboles y viviendas. No aparentaban ser hostiles. Prosiguió hasta dar con la ubicación de unos muros. Tenían una fortaleza; esto era un riesgo solo imaginar si algún día captara la atención, nunca sabes en lo que puedes caer.
Se mantuvo vigilante a las acciones de las personas; varios se veían muy puros, como si nunca hubieran estado afuera. Eran muy inocentes en sus movimientos; divisando como dos adolescentes se revolcaban en la tierra en una pelea. Era el chico ya mencionado junto a otro de cabellera rubia, por su poca eficacia dió a entender que este no era su hábito.
Fueron apartados por un hombre; tenía una apariencia idéntica al menor castaño. Se trataría de algún familiar; sobrepasaba a los menores por una cabeza. Parecía como si hubiera salido de una buena ducha, con su ropa limpia y su buen aspecto. Hubo un momento de charla para que luego cada uno tomara distintos caminos.
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Se dispuso a mantener distancia, no pretendía tener conexión con ellos. En un acto de inseguridad, al ver la luna en lo mas alto del cielo hizo lo de todas las noches. Este ambiente era su fuerte, se perdía entre la tiniebla, pareciendo desvanecer. El pasar del tiempo hizo que perdiera el brillo de su aura.
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