Su vida tomo otro rumbo en un simple pestañeo;
tan espontaneo que no dieron tiempo a pensamientos.
Caminando entre almas perdidas tratando de silenciar la mente;
buscando la luz del día.
La noche llena de susurro, aprovechando la ocasión;
pasando...
En medio del intercambio de palabras, una horda los tomo por sorpresa. La jóven, algo irritada, hizo una sueña en muestra de que siguieran sus pasos. Su ser no tiene la maldad suficiente para dejar que mueran.
Unos minutos trotando entre edificios, llegando al monte de árboles. Clavando unas flechas en los cráneos de algún que otro errante que se metía en su camino. Una gran zanja se pudo apreciar con un puente colgando; había que pasar rápido.
Pasaron uno atrás del otro; no se sentía muy seguro. Se balanceaba haciendo mover tu mundo, sintiendo que ibas a caer cuando menos te lo esperarás. Ya en tierra firme, con una navaja comienza a cortar las sogas que sostenían la estructura.
El cielo comenzaba a apagarse; se tornaba de un tono lánguido. La ventolina anunciaba el chubasco que se aproximaba. Cómo si fuesen una carga; brindo un techo a los mayores. Mantuvo el espacio, su cooperación no significaba una inclinación.
Reservada se demostraba; amparo no le apetecía. Las ardientes llamas del fogón lograron hacer entrar en calor; fue momento de quitar la máscara que cubría la mitad de su rostro. Ambos adultos examinaron a la menor; sorprendidos por sus finos rasgos.
— ¿Cómo te llamas?
Esa mujer tan ilusa; no se enteraba aún que ella no se daría a conocer. Los trajo aquí solo por compasión, no para tener afinidad.
— Él se llama Daryl y yo Carol.
Viendo esta escena, Daryl y Kate se podían ver algo parecidos; ninguno quería aportar palabras, nada de relacionarse. Era solo escuchar balbucear a la de cabellera blanca.
Dieciséis años no era igual a debilidad; podía acabar con lo que se le pusiera enfrente con solo movimientos. El tiempo le ha enseñado más que los vivos; ellos solo eran una piedra en el camino.
Desde una ventana; veía las gotas que no cesaban. Un lapso paso para dar por finalizada la lluvia; era momento de que se marcharán, mas esto no sería tan fácil.
— Puedes venir con nosotros, tenemos un grupo. Rick, nuestro líder, estará encantado de aceptarte. Tenemos casas, un almacén lleno de comida y hasta agua caliente para bañarse. No encontrarás una oportunidad así en mucho tiempo.
— Prefiero estar aquí fuera, sabiendo lo que sucede. No me quiero volver débil como todos ustedes, no aceptan la realidad. Ningún lugar es seguro, es mejor estar en constante movimiento.
Dicha esa oración, coloco su máscara y marcho. No quedaba opción; volver a desaparecer. Repetir aquellos actos nuevamente puede costarle la vida, nunca sabes a quien le das socorro. Hoy te dan la mano y mañana el codo.
Vagamente, se mantuvo pensando en lo que había dicho esa mujer. No podía negar que era un honor ir a ese lugar, pero su desconfianza ganaba la batalla. La perfección no existía; no todo es color rosa.
Pasado unos días; daba vueltas por el lugar, Alexandría había escuchado nombrar. Tenía memorizado cada actividad que realizan; no tenían experiencia en armas de fuego, blancas y ni de defensa. Eran unos inútiles; aún seguían con vida gracias a sus muros. Lo más notorio fue captar el momento en que una niña saltaba los muros seguida por el mismo chico que la quiso auxiliar una vez. La curiosidad mató al gato; observando desde lejos, los adolescentes se veían algo inquietos. Un paso en falso hizo que ambos dieran la vuelta, el masculino levantó su arma.
Pasaba una horda; su salvación, vio como se metieron en un hueco en un árbol, oportunidad para poder escapar. Pasos veloces; su respiración agitada de tanto correr, golpeando un tronco al caer en la realidad. Fallo al cumplir sus reglas; principalmente se negaba a observar y ayudar a otros sobrevivientes. Era estúpido, pero eso la mantenía con los pies en la tierra.
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