La última vez.

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La vida te enseña que tienes que valorar las cosas que adquieres con tu propio esfuerzo.

Que las cosas que tú tienes, tienes que cuidarlas porque no sabrás cuando será la última vez que puedas tenerlas contigo.

Pero lo único que falla es que no sabemos cuándo las perderemos, ni cuando, no donde, ni porque.

Y cuando menos te lo esperas todo lo que amas te lo han arrebatado.

.....

Despertar alado de la persona que amas no tiene ninguna comparación, mucho menos para Rubén, que después de una linda noche de amor, las cosas fluyen como al inicio de la relación.

Sin duda esa noche le había dado años de vida.

Imaginen esto, tú despertando de una noche, no intensa, pero cargada de amor, un sexo espectacular con la persona que amas y los rayos del sol pegándote en el pecho, mientas estás en el pecho de él.

El sueño de cualquier persona.

Sinceramente sentía el amor recorrer sus venas.

Las cosas estaban tan bien.

Tenía a Samuel, lo amaba y viceversa.

No sabría qué pasaría con él cuando no lo tuviera.

Se levantó de la cama, quedó ahí de pie, viendo el interesante cuerpo de su pareja, sin duda era la expresión más hermosa de la vida.

Su cuerpo relajado.

Sin vida.

Su expresión de la cara, tan relajada, tan libre...

Tan muerta.

Se percató del tacto frío que tenía el chico de la cama, suponía que tenía bastante frío, Samuel podía ser tan poco predecible con el tiempo, así que agarró las sábanas y las coloco en su cuerpo, quería que entrara en calor.

Se puso la camisa de Samuel, que se encontraba a unos metros de la cama, y su bóxer que estaban tirados enfrente de esta.

Y bajo a la planta baja, ahí en la cocina se pondría manos a la obra a prepararle el desayuno a la persona que más amaba, y quizás otra sorpresa.

El anillo de oro blanco con un pequeño amatista en el dentro, era algo tan sencillo pero muy significativo que pondría en la bandeja.

Quería compartir la vida entera con Samuel, quería ser uno, ante Dios y la Ley.

Sería la pedida de matrimonio más cutre que en la vida se registraría, pero ellos lo amaban así.

Rubén lo amaba con toda su alma, que bien así le dé un pedazo de liga o un anillo que dan de regalo en las recreativas diría que sí. Sin dudarlo se puso hacer el desayuno favorito de Samuel, huevo frito, juego de naranja y yogurt de arándanos, algo muy sencillo.

Agregándole una pequeña dimorfoteca, que había conseguido en una de las florerías cerca de la joyería, y el anillo hermoso que entraba en la pequeña caja negra.

La mañana sería espectacular, después le seguiría una tarde estupenda y quizás termine como una noche de las mejores de su vida.

La ganas que tenía de plantar su vida en un libro, para que la gente se dé cuenta de que pasó en su vida e inspirar a otros, sería estupendo.

Todo era estupendo en su vida el día de hoy.

3 de agosto.

Tenía todo listo, el desayuno estaba servido, él estaba más peinado aún con la misma ropa y quizás Samuel estaba muy hambriento.

Sería estupendo grabar el momento en el que le pida matrimonio, pero no quería arruinarlo agregándole a la escena un teléfono de por medio, no estaría bien.

Así que armándose de valor subió a la habitación, feliz con todo, lleno de expectativas, llenos de emoción y adrenalina que le llenaba el corazón.

Nada podía salir mal, nada estaba mal.

Al ver la habitación, encontró el cuerpo de su pareja en la misma posición, no había movido nada, ni un músculo, creyó que lo encontraría al menos ya despierto.

Se equivocó.

Se acercó a la pequeña mesita y ahí dejo la bandeja, para luego llevar su atención al cuerpo pálido de su pareja, y toco su mejilla.

Fría.

Asustado removió un poco, su cuerpo estaba todo helado, sus labios morados, sus ojos tenía ojeras, y su cuerpo parecía que estaba vacío de algún líquido rojo.

Desmayo.

Eso fue lo primero que todo su mente, Samuel estaba desmayado, quizás el estrés, quizás el cansancio.

Quizás todo.

Cogió el teléfono rápidamente, sus manos temblaban, la adrenalina y la preocupación estaba ahora albergadas en su pecho, la felicidad se esfumó.

Las cosas iban mal.

La primer persona que se le ocurrió llamar fue Mangel, su amigo era médico y quizás sabría qué pasaba, era médico de Samuel desde que él había empezado a trabajar, si alguien sabía sobre las condiciones médicas de Samuel ese era Mangel.

.....

El tono de llamada lo despertó de su sueño, y aun con sueño contesto la llamada.

Rubén era el chico que estaba al otro lado de la línea, el aliento acelerado de este hacía que la mente de Mangel se ponga en un estado de alerta.

— ¿Bueno...?— inicio en la llamada, escuchando un jadeo del otro lado, instantáneamente, con el teléfono en el hombro y mejilla empezó a alistarse.

Esto estaba mal.

—Mangel, Mangel.... Samuel- Samuel no responde, está desmayado, o no sé... Por favor, ven pronto....— se escucharon sollozos —tengo miedo— susurro.

En ese momento Mangel paro, las cosas estaban muy mal, Samuel...

Samuel había perdido la batalla.

......


Fernny.

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