68 Años Después

44 2 3
                                    

68 años habían pasado desde el vuelo de Madrid a Hordaland, ese que había ayudado a Rubén a estar en paz, aprender amar y olvidar, a hacer uno mismo.

Y en aquel cementerio se encontraba un viejo de casi 93 años, bajando por las tumbas, las cuales habían bastantes más, más de las que el recordaba, de las que quisiera recordar.

Podían decir que el viejo, con sus típicas ropas y su bastón de madera siempre visitaba hijos y eso, pues no, desde hace años no estaba ahí, y hoy regresaba a encontrarse al amor de su vida.

Paro en una de las tumbas, las flores de material artificial estaban podridas, todos los que pasaran ahí dirían que era un muerto olvidado, pero para ese viejo no, era su amor, no podía olvidarlo, no después de todo.

La tumba estaba dañada, partida por una grieta, se le veían los años y también estaba llena de barro, apenas y se notaban las palabras que tenían.

Pero en ellas, ese señor podía notarlas fácilmente, su vista estaba cansada su cabeza daba vueltas pero reconocería esa tumba, ese nombre, ese hombre donde quiera que fuera y lo viera.

Samuel de Luque.

Y ahí estaba, Rubén Doblas, intentando rencontrarse con el amor de su vida, después de tantos años, después de tantas suplicas para pedir que lo soltara, para pedir que lo dejara libre. Después de todo.

-Hola...- empezó, después de ver como todos ahí se estaban yendo, ahí a pasado unas cuantas horas para esperar que la nueva generación se fuera.

-Ha pasado un tiempo, y quizás quieras saber muchas cosas- platico como si él estuviera ahí, así lo sentía él.

-Sé cuál es la que más te preocupa- lagrimas habían empezado a caer de la cara arrugada –Y no, lamento decepcionarte pero no, no me volví a enamorar, no pude- se empezó a sentar en una roca, ahí cerca, para tener mayor comodidad, sus viejos pies ya no podían.

-No tenía miedo, ahí estabas, pero, te pedí que me soltaras y jamás lo hiciste, yo tampoco podía cumplir algo que solo se prometió de una parte, lo siento- los hipidos se escucharon, aún lo amaba como la primera vez. Y recordaba todo.

-Pero, te puedo asegurar que si viví, y tengo muchas experiencias que me habría encantado vivir contigo y otras no tanto- estaba recordando todo en noruega, desde el inicio, desde el final.

-Cuando Mangel y yo llegamos a Bergen, y vinos el monte Bergen el digo que quería que sus cenizas estuvieran ahí, esparcidos por todo el monte, y si te preguntas por qué mi mejor amigo no está aquí... dos días después de llegar a Bergen, lo encontré, con un balazo en la cabeza- contaba con pesar –Y ahí estaba yo, solo sin ningún apoyo, tirando las cenizas de mi mejor amigo en lo alto de que monte, dándome cuenta de que me había quedado solo-

Recordar a su mejor amigo ahí tirado, con una pistola en su mano y una carta en el otro lo había hecho llorar, y recordar el cómo en ese tiempo había querido dejar todo para encontrarse con las personas que amaba.

-También lo intente, quería estar contigo y con Mangel, espero que se hayan tomado la mano y platicaran de todo, lo que no pudieran, pero, cuando lo intentaba, yo simplemente no tenia los cojones de hacerlo, no podía, era un cobarde, tenía miedo de ver tu cara de decepción-

Los sollozos ya se escuchaban, su maltratado y viejo corazón empezaba a dolor.

-Te amé como no tienes idea, y me culpe por hacerlo, porque ahora estoy aquí, llorando porque no vivimos lo suficiente, porque a ti se te acabo el tiempo y a mí me sobraba, te juro que si me lo habrías dicho yo te daría mi corazón y estaría contigo latiendo, junto a ti, en todas tus aventuras, en todo, pero lo ocultaste, fuiste un egoísta, te lo guardaste y no me dejaste ayudarte, y me di cuenta que habría hecho lo que fuera por ti, pero ahora, ya no me queda nada, y no sé lo que estoy diciendo pero estoy más que mal... te extraño joder, te extrañe como siempre lo hacía cuando te ibas de compras, te amo, te amé, y sé que te ameré en lo que me resta de vida, la cual ya no me sirve de nada porque me estas soltando y ahora solo quiero que me abraces porque los recuerdos ya no me mantienen vivo, porque mis suplicas ya no están funcionando y mi corazón está dejando de latir por no sentir el tuyo...-

Un fuerte dolor se incrustaba cada vez más a su pecho, dolía y se dificultaba el respirar.

-¡¿De qué me sirve la vida?!- fue su último grito, para caer aun aferrándose a la vida- Seamos libres- susurró –Déjame amarte- se hacía ovillo cerca de la lápida –Suéltame y luego Abrázame y no me sueltes más-

Dejo de latir, de respirar de sentir, ahora se encontraba con el hombre que amaba que lo esperaba con los brazos abiertos dándole entrada a la libertar.

-Abrázame- susurro el oji cafe vestido de blanco.

-Suéltame- susurro el oji verde vestido de blanco.

-Seamos Libres- 

Fin.


Fernny.


Si tienen algunas dudas pueden dejarlas aquí.

Gracias por leer.

Suéltame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora