Me Voy

41 3 0
                                    

La tarde de ese día había pasado rápido, el día se había ido con todas las esperanzas, sueños y alegrías del castaño.

Su cuerpo tendido en aquella cama donde hace unos días se había entregado cuerpo y alma una vez más.

Por más que Miguel le explicara las causas de esa carta, el aun no entendía el porqué, no lo comprendía, era tonto que después de 5 benditos y malditos años, Samuel le dijera todas esas estupideces.

Pero sabía que Samuel tenía sus razones y que por eso lo había hecho.

Pero por mucho que no quisiera pensar en eso, un pequeño pique de curiosidad se incrustaba en él, las lágrimas habían parado, y hace unos minutos la rabia había nacido una vez más en su pecho, haciendo que se parara de aquella cama, en la cual había creado una pequeña fortaleza, con toda la ropa del castaño difunto.

Su vista navegaba por toda esa habitación, el morado de las cosas de Samuel y el verde de algunas de sus ropas, todo el techo blanco y las fotos de fechas importantes para ambos.

Todo gritaba fuertemente Samuel.

De la nada su vista se fue al escritorio de Samuel, las cosas ahí estaban totalmente bien acodadas la mayoría de las ocasiones, pero ahora, parecía que estaba desarreglado, parecía que tenía muchos desacomodos, cosas asimétricas, la papelera gritaba "busca" y sus instintos le pedían que hiciera caso.

Se paró de la cama, aun sin tener las ganas suficientes de hurgar la basura del que una vez fue la persona que le prometió las estrellas.

Pero, el querer saber la verdad le podía, sé que se acercó, lo primero que notaba era la pequeña cajita de terciopelo en uno de los separadores, las bolas de papel en las papeleras y sus lápices y plumas desacomodados.

Recordó la pelea de hace casi una semana, la forma en la que le grito, la forma en la que lo hecho, el enojo y el temor.

Todo encajaba de un momento para otro, la carta no la había escrito un día antes, porque ni él sabía que día sería el de su muerte, lo había escrito con anticipación, pensando la cosas, porque no se había retractado y escrito otra cosa, hipócritamente le había dicho que se alejara en la carta, mientras un día antes le había dicho que lo amara y que lo abrazara para no soltarlo.

Y en este momento Rubén quería que lo soltara, que lo dejara libre, porque todo esto lo estaba atando y apretando en un intento de incluso asfixiarlo.

-Suéltame-

Tomo la carta que estaba hasta la superficie del bote de basura, y deshaciendo la bolita, noto la perfecta letra del amor de su vida.

Rubén.

Probablemente, estás leyendo esto porque necesitas leer.

Probablemente, necesitabas leer porque necesitas respuestas.

Probablemente, necesitabas respuestas porque te sientes perdido.

Seré breve:

Será difícil, pero no importa, solo sigue luchando.

Si tiene solución, solo búscala y encuéntrala.

Y si no tiene, solo navega, navega a la orilla de este río y mira todo de otra perspectiva.

Si estas herido, lo sé, perdón por no contártelo, pero no hieras, las heridas cuidándose y queriéndose se curan solas.

Si te he herido escondiéndote la verdad y quieres llorar solo hazlo.

Tú habías dicho que no hay nada como permitirse ser uno mismo, llora cariño.

Y sobre todo, si has amado, si me amaste, si me odias, si me sentirás, no te preocupes, te aceptare, te cuidare, te protegeré, estare ahí.

Lo estás haciendo bien amor.

Solo sigue viviendo.

Por favor, olvídame y sigue viví...

La carta terminaba ahí, sin un seguimiento, sin una despedida, sin explicar porque lo había hecho, solo pidiendo disculpas, solo... solo yéndose.

Un momento a otro la risa salió de sus labios, una risa llena de dolor, de ironía, de sarcasmo, las carcajadas salían de su boca aunque sus ojos tuvieran mares de lágrimas.

Risas que eran paradas por los sollozos pero de un momento a otro más risas salían, era quemo un chiste lleno de humor negro, que te dan risa paro a la vez pena.

Porque estaba pasando esto, se repetía en la cabeza de Mangel, quien seguía a un pensando en todo esto desde la cocina, las risas de Rubén se escuchaban hasta ahí, y sin más se pararon directo a la habitación de ellos.

Rubén por otra parte aun con pequeñas risas cortadas, con un vacío en el pecho y con lágrimas, tomo la cajita, la abrió y toda risa paro.

El anillo dentro de ella era hermoso, la esmeralda en su centro.

Y en este momento más lágrimas y sollozos opacaron las risas, dejando un desconsolador llanto, callo de rodillas en aquella habitación, toda acción siendo observada por miguel quien estaba en la entrada de la habitación.

Y Rubén se preguntaba si Samuel le habría pedido matrimonio si todo esto no hubiera pasado.

Cuando se percató de la otra persona, paro llanto y se levantó, para irse corriendo a sus brazos, él lo recibió, sin miramientos, sin dudas.

-Me iba a pedir matrimonio- le susurro, con la voz rota.

-Te amaba- fue lo único que respondió, después de un rato de consolar las lágrimas de Rubén –Rubiuh...- llama para obtener toda la atención del castaño, cuando la tenía siguió hablando –Vámonos, huyamos de aquí- le propuso.

El oji verde lo pensó, vio a su alrededor y sin dudarlo dijo que sí.

-Mañana sale nuestro vuelo- le informo.

-¿A dónde vamos?- dudo, no quería irse muy lejos, Madrid era su hogar, el lugar de inicio, pero tenía que aceptar que también era el final.

- Bergen, Hordaland en Noruega-


Fernny.


Suéltame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora