Epilogó

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La vida a veces te pide, no, te exige, abrazar a aquello que amamos, pero muchas otras veces nos pide que las soltemos.

Hasta un punto es terapéutico, otras veces librera nuestra alma, y podemos estar bien, tranquilos, a gusto.

Pero... saber que quieres soltarte y no querer dejarlo ir a la vez, es un problema más grande, poder estar caminando a lado de la persona que amaras pero sin tomarse de las manos.

No podían ir abrazados ni soltados a la vez y eso Luzu lo sabía, ahí sentado, con tantos años de edad viendo en las noticias que el escritor Rubén Doblas había muerto a lado de una tumba la cual Luzu conocía perfecto.

Rubén se había resignado a gritar, pedirle, rogarle que lo soltara, y Samuel ahora podía abrazarlo como quiso toda esta vida.

-Abue...- escucho de lado, la vos de aquella pequeña niña, tan linda, castaña, los ojos de su madre tan linda, era su bisnieta de 5 años –La abuela quiere que juguemos- lana jamás había perdido esas lindas cualidades que tenía, a fin de cuentas eso era lo que veía en ella, después de toda una vida juntos y las que siguen.

Ahora, con 95 años y a punto de morir y dejar esta vida... simplemente quería eso, estar con la familia y saber que aquellos ahora eran libres.

La niña corrió fuera de la habitación, y con pesar se paró frente a la puerta, vio al cielo, susurro algo, suspiro y camino hacia fuera.

Abrácense y jamás se Suelten.

Sean Libres.

FIN


Fernny.

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