Por Favor 1/2

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—Rubén, escúchame— dijo desesperado, estaba ahora en el coche, apunto de ir a la casa del castaño.

Los sollozos desesperados del de la otra línea era lo único que se escuchaban... Lo estaba poniendo nervioso.

—No responde, Mangel...—

—Mira, voy en camino, te voy a pedir unas cosas ok— le pidió, estaba muy alterado, con esto, los sollozos de Rubén, y el hecho de que manejaba a la casa de ellos, que estaba a unos 20 minutos en coche.

—Pero...—

—Pero nada, aquí va lo que tienes que hacer, mira su cara y dime las características que él tiene— le pidió, rápidamente y sollozando Rubén le dijo todo lo que vio —Bien, cálmate, sal de la habitación, y deja ahí a Samuel, mira la televisión, y toma un té, solo cálmate— dijo cuándo una de las muchas lágrimas callo de sus oscuros ojos.

— ¿Estará bien?— la pregunta que más temió llegó, no quería mentir, por dios que no quería mentirle.

No negó pero tampoco contesto, simplemente dijo un "estaré ahí" y con duda en Rubén colgó el teléfono.

Para luego llamar a otro número, el de la morgue.

Cuando llego a la casa de ambos chicos toco el timbre, un Rubén, con ojos hinchados y rojos abrió la puerta, sus sollozos aún se escuchaban, y los jadeos eran los que rompían todo tipo de silencio.

Las cosas no pintaban bien, Rubén estaba muy mal, Miguel intentaba no desmoronarse y un cadáver yacía en la cama matrimonial de la habitación principal.

— ¿Dónde está?— pregunto nomás llegó, Rubén se había echado a sus brazos buscando refugio.

—En la habitación— le contesto cuando se separó de él para darle paso, cuando Mangel estaba por subir las escaleras, Rubén lo detuvo — ¿Estará bien, verdad?— le rogó por respuesta, pero Mangel otra vez, sin verlo a la cara no respondió.

Subió a la habitación, donde el cuerpo estaba sobre la cama.

Mangel con lágrimas en los ojos se acercó, y con su mano temblando toco el cuello del mayor.

Nada.

Su mano se dirigió a la muñeca, sus ojos tiraban mares de lágrimas y negaba, negaba el hecho más natural de la vida.

—No por favor— desesperado empezó hacer resucitación pero sabía que sería en vano, las cosas habían acabado —no por favor, no, no.... No... NO— grito cayendo de rodillas al piso, sus manos se fueron a su cara, intentando esconderse...

Samuel había muerto, y no había algo que lo devolviera.

Paso minutos ahí llorando, le aliviaba que Rubén no había pasado por ningún momento por la habitación, miraba el cuerpo inerte de su amigo, recordando todo lo que habían vivido, sabiendo lo malo y lo bueno que habían hecho.

El dolor en el pecho estaban incrustadas como mil flechas

No era tan valiente como para bajar y contarle todo a Rubén.

No podía... Y otra vez los sollozos se escucharon en la habitación.

El sentimiento tan doloroso de ver a alguien tan importante para ti muerto, era algo que Miguel no le deseaba a nadie.

Tomo el teléfono que tenía en el bolsillo, y marcó el número del amigo de Samuel.

Borja era el mejor amigo de Samuel, se conocían desde pequeños, tenían una gran relación, que incluso llegaban a compartir cosas tan tontas como amigos imaginarios, los calcetines o la cama al dormir, ellos eran inseparables, eran casi hermanos.

Y aun sabiendo lo mucho que pesaría la noticia, tenía que decírselo, Borja tenía derecho a saberlo.

—Hola— contesto la voz alegre del de la otra línea, siempre tan alegre.

—Luzu, tío— contesto el otro aún con la voz rota, eso preocupo mucho al Luzuriaga.

— ¿Que pasa Mangel?—

—Necesito que vengas a la casa de Rubén y Samuel— le pidió, casi rogando.

— ¿Para qué? Digo, estoy en España pero... ¿Para que necesitas que valla?— le pregunto interesado en el tema.

La situación para luzu era algo difícil, su esposa estaba en estado de gestación y no podía dejarla simplemente en casa de sus padres.

—Te necesito aquí, pero antes de venir, compra el traje más hermoso para Samuel— le pido.

—Ok, tío, nos vemos en 30 minutos—

—Luzu, no te traigas a lana por favor— la última petición le pareció algo muy extraño a luzu pero no se negó.

.....

Cuando bajo de la habitación y más tranquilo, en el hecho de llorar, divisó a Rubén, que estaba viendo la televisión como él le pidió, mientras tomaba un café.

Rubén se percató de la presencia de otra persona en la misma sala y voltio, topándose con Mangel, que estaba bajando de las escaleras lentamente.

Como si quisiera posponer algo para más tiempo.

— ¿Qué pasa con Samu, se recuperará?— le pregunto, con algo de preocupación, pero ya más calmado al saber que Mangel era quien lo atendía.

La negación del de gafas puso nervioso al castaño.

Decidido empezó a caminar a las escaleras a punto de subir.

— ¿Cómo qué no?, No te preocupes, lo obligare a que duerma más tiempo, el estrés debe estar consumiéndolo, pobre de mi niño, ahora mismo subo y le...— fue interrumpido por el abrazo de Miguel, ese tipo de abrazos que para Rubén eran muy tranquilízate.

—Samuel... — inicio pero no termino, no quería hacerlo, no podía.

Rubén a un confundido simplemente acarició su espalda.

—Yo lo cuidare Mangel, haré que coma bien, y dejé de hacer tanto trabajo... Yo estaré con él—

—Samuel murió—

Fernny.


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