Es Mentira ¿Verdad?

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Su mente había quedado en un estado de shock en el que pensaba y analizaba una y otra ves las últimas cuatro plantas de aquella carta.

Las lágrimas había parado desde la mitad de la carta.

"Perdón por follarte y no llamarte más" era una frase de la carta que también había tenido tanto impacto en el.

¿De verdad nunca lo amo? ¿De verdad todo lo que vivieron solo fue una mentira?

¿Porque decía todo aquello?

Las lágrimas no habían salido, no quería llorar más, o no podía, no lo sabía, había llorado bastante tiempo, que sentía sus ojos totalmente secos.

La muerte de la persona que amas, y luego enterarte por sus propias palabras que el no te amaba, que nunca te amo.

Decía ser una mentira.

Aún sin llorar y con la rabia creciendo en su pecho bajo de la habitación, encontrándose a Miguel, tomando té y llorando, comía lo que parecían papas, y solo sollozaba.

-¿A ti también te mintió?- llegó susurrando, no quería espantarlo, sabía que tenía mal día, sabía que también le dolía.

-¿De que hablas?- pregunto absorbiendo la nariz, mientras se limpiaba los ojos.

Rubén aún con rabia aventó la carta en dirección de Miguel.

-¡¿A ti también te dijo que eras lo mejor que tenía, para luego desmentir te con una carta?!- grito aún más enojado.

-¿No sé de qué, o quién hablas?- tomo la carta, estaba húmeda, quizás las lágrimas de Rubén, pero en ese momento no lloraba, tenía sus mejillas rojas, como pasaba cuando estaba enfadado.

-De Samuel....- negó con la cabeza -No sabes todas las malditas noches en las que me dijo que me amaba, que era lo más valioso que tenía, que si no estaba se suicidaba, y me das esa carta donde dice que me follaba sin amor, que nunca me amo y que soy un ingenuo que creyó en el- sus lágrimas esta vez no pudieron retenerse, salieron a cántaros.

A los ojos de Miguel, Rubén se veía muy perdido, parecía un cachorro que había perdido sus pasos, los pasos de su dueño, los de su amado.

Tal vez, y Rubén estaba haciendo esto por despecho, que no quería demostrar que se estaba muriendo de tristeza y que para ello utilizaba el enojó, enojó inexistente contra Samuel.

-Es solo un error- intento calmarlo, falló en el intento.

-¿Un error?- río sarcástico, aunque en plena risa se le salió un sollozo, que disfrazó luego de un golpe a la mesa -¡¿Un maldito error?!- tomo una de las sillas, y la aventó lejos, estrellándose con el piso a unos metros lejos -¡Pues claro que soy un error, un error en la vida de el!- apunto de nuevo la carta que Miguel tenía en las manos.

-Tú no...- susurró -Lo que dice la carta -

-Léela, léela y dime si esa no es su letra, su forma de escribir, su forma de mandarlo todo a la mierda cuando sabe que ya todo termino. Léelo y dime que miente, dímelo, gritamelo- lágrimas de quien sabe donde había salido, era sorprendente que aún tuviera cuando había llorado ya casi por dos días.

-Rubén, tienes que calmarte-

-No hasta que me digas que el mintió, que toda la carta era una mentira, que el solo eso hace - azotó la puerta intentando salir, pero regreso a la cosina, azotando de nuevo la puerta -Necesito que me grites que el realmente me amo, que cuando me abrazaba sentía un calor en el pecho, que me amaba como yo lo amaba. Necesito esto porque sino yo también moriré...-

La persona que amas, se va, y después alguien te da una maldita carta que el escribió y en ella dice que él nunca te amo.

Valla mierda.

-Toda su puta vida era una mierda de mentira- termino para salir, está vez sin regresar, dejando espacio para Mangel quien estaba a punto de leer la carta.

Cuando terminó camino hacia la habitación del castaño.

Sabía que todo era mentira, si lo era, pero Samuel quizo hacer eso, mentirle llenar su corazon de dolor para que pudiera hacer su vida en un futuro.

Mangel lo sabía.

-¿Rubén...?- toco la puerta, sollozos se escuchaban al fondo -Se que estás adentro...- comento, en susurros -Me han preguntado a dónde fue...- recordó la letra de la canción que salía en una de las favoritas películas de Disney de Rubén, le hacía mucha ilusión que algo pasará para poder cantar la canción esa, ahora a él se la cantaban -Ese valiente, y de mi, traté...- lágrimas salieron de los ojos de Miguel, la garganta dolía, y su estómago se contraía en intentos de no gritar sus sollozos -Te vengo a buscar, déjame entrar- está vez los sollozos se escucharon más alto desde dentro, se acercaban a la puerta, Mangel también lo soltó.

-Tu eres lo que tengo- se escuchó por dentro, la voz rota.

-Solo escúchame...- le cantó Miguel, esperanzado de que el contrario la habrá la puerta.

- Ya no sé qué hacer...- la puerta se habría, dejando ver a de adentro llorando, sin consuelo buscando unos brazos que lo soporten.

-Es mentira, Samuel quería que yo te enamorará, para que tú lo olvidarás, para que no te quedarás estancado, para que vivieras...- ambos abrazados en el suelo llorando sin consuelo, tratando de que la herida sanará.

Dolía.


Fernny..

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