1. Dime qué la muerte es placentera, te diré dónde vives.

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ALEL

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ALEL

Sh... No digas nada.

¿Puedes oírlo?

Sus respiraciones se aceleran frenéticamente. Alguien orando por misericordia. .

Sh... No salgas de casa.

¿Lo oyes? Esos gritos desgarradores. Sus súplicas agonizantes. ¿Puedes escucharlo?

¡No te asomes por la ventana! ¡No dejes que te vea! ¡No vayas a salir!

Todos corren. Todos huyen. Todos se esconden.

¡Está aquí! ¡Sabe que tú estás aquí! ¡Vete! ¡Huye lejos! ¡Corre, no te detengas!

Él viene a jugar contigo. Clavar sus largas y filosas garras en tu alma hasta atravesarte y ver la sangre brotar de tu piel, sacarte las entrañas..., o tal vez, tus ojos. ¡Quiere asesinarte!

Sh... No llores. Él puede oler tu miedo. Le gusta. Le gusta cazar, enloquecerte y hacer que pierdas la fé a lo que sea que reces.

Escuché el sonido de los huesos de mi espalda crujir hasta casi quebrarse, mamá se aferró a mí cómo si temiera que desaparezca si afloja su agarre.

—Alel, mírame — mamá tomó mi rostro. En aquellos ojos que solían asustarme siempre que se enojaba, ahora sólo había pánico y miedo — Recuérdame, ¿qué harás si lo ves?

—Correr, huir o esconderme. — recite.

Esas eran las reglas elementales, las más importantes que nuestros padres nos han enseñado — así como los suyos a ellos — y jamás, por ningún motivo debías romper. No si querías vivir.

—Muy bien, pequeña. — sorbió su nariz, acariciando mi mejilla — No lo olvides.

Sin pensarlo. Asentí muchas veces, eso la ponía contenta. Si yo era una niña buena y obediente, mamá se pondría feliz y no lloraría cuando él viniera a matar.

Se aferró con más fuerza al escuchar un sonido gutural que nos hizo estremecer, sintiendo el dolor que le causaba a su víctima y su maniática carcajada. Mamá está llorando. Sus lágrimas caen por sus mejillas, y el moco de su nariz. ¿Por qué no puedo llorar también? ¿Por qué siempre debemos escondernos?

Por qué si no, él te atrapará y te quitará todos tus juguetes y dulces.

Oh, sin duda, era alguien muy malo.

Dimos un salto en nuestro lugar ante aquel espeluznante alarido recorriendo la calle que se apaga paulatina y dolorosamente, al igual que su vida. Mamá mordió su labio intentando no llorar, acarició mi cabello, igual que un cachorro es acariciado por su dueño.

—Todo está bien, Al. Tranquila, mamá siempre te protegerá. — su voz se rompió. Creía que yo estaba asustada, pero la única que tenía miedo era ella.

HIDDEN [Bienvenido al Mundo de los Olvidados] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora