VIII

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Cambio de marcha y bajo las ventanillas del coche, olía bien, el camino estaba rodeado de árboles y mucho verde, era una imagen agradable si la comparaba con las carreteras de la ciudad.

Giró el volante y sonrió. Definitivamente en algun momento de su vida compararía una casa cerca de la zona, era muy relajante y parecía no haber casi vecinos, llevaba conduciendo media hora por las afueras de la ciudad y estaba impresionado de la tranquilidad que se respiraba.

Frenó y miró hacia adelante, si había seguido bien las indicaciones la casa de los Park debía estar arriba en la colina, justo al lado del lago.

Los envidiaba no iba a negarlo, amaba los lagos y las pocas ocasiones de su vida en las que había podido ir las podía contar con los dedos de su mano, seguramente habría sido maravilloso vivir al lado de uno.

Cambió una vez más de marcha y se fundió con el paisaje, la carretera parecía ser privada, ya que, al parecer sólo llevaba a la casa de los Park. Estaba bien cuidada, rodeada de árboles y flores silvestres, era una  carretera digna de ver.

Apagó el coche un par de minutos después, había una zona personal de aparcamiento, era simplemente maravilloso, en la ciudad debía dar vueltas durante minutos para encontrar un hueco donde meter su pequeño coche, era un lujo poder aparcar sin problemas.

Cogió su carpeta y cerró despacio la puerta del coche, no era muy nuevo y tenía que tratarlo con cariño, algunos pensaban que se trataba de un coche vintage comprado remodelado, pero realmente era el coche de su padre, un capricho de su juventud que había terminado en sus manos.

Miró su reloj y camino hacia la gran verja metálica. El señor Park le había dicho que el servicio estaba de vacaciones por las furuturas reformas y puesto que ya nadie ocupaba la casa podía entrar tranquilamente, ya que él le esperaría en la entrada principal, así que empujó y entró.

Miró hacia los lados y sonrió leve, si fuera todo se veía bonito por dentro era magnífico, el jardín estaba lleno de flores, los árboles estaban cuidados y había fuentes para los pajaros, era maravilloso, los tonos rojos de los rosales acompañando el verde frondoso de los árboles, era simplemente perfecto, no entendía qué hacia realmente allí, la casa no parecía necesitar ninguna reforma.

Siguió el camino de piedras y se detuvo en la entrada, no parecía haber nadie, pero el señor Park era un hombre muy puntual. Miró una vez más el reloj y suspiró, tal vez había llegado muy pronto.

Se sentó en las escaleras de la entrada y sacó su teléfono, quizá debía avisar que ya había llegado.

Rebuscó entre sus contactos y marcó el número, espero los tonos de llamada y frunció el ceño cuando no llegaron, miró su pantalla y suspiró, no tenía señal, ni una rayita.

Suspiró y miró el jardín, si tuviese uno del mismo tamaño estaría lleno de árboles frutales, tenía que ser genial cultivar tu propia fruta.

Dejó la carpeta en un escalón y se escabulló hacia los rosales, esperaba no molestar al señor Park al pisar su jardín, pero tenía que verlas, tenían un color tan intenso que lo hacían plantearse su veracidad.

Olisqueó y sonrió leve, tenían un olor abrumador.

Se tensó al escuchar un golpeteo, miró hacia los lados y suspiró, no veía nada, pero parecía provenir del otro lado de la casa, tal vez el señor Park lo estaba esperando allí.

Recogió sus cosas de las escaleras y siguió el camino de piedras que daba la vuelta alrededor de la casa.

Cuando llego al otro lado boqueó atónito e intentó regresar a la parte delantera. Habían cuatro hombres con pasa montañas intentando forzar una de las puertas.

Se dió la vuelta y echo a correr, esperaba no haber hecho demasiado ruido, pero al parecer sí había sido así porque cuando llego a la parte delantera ya había otro hombre más vigilando.

Se pegó todo lo que pudo a la pared y tomó aire intentando tranquilizarse, el corazón le bombeaba desbocado, parecía que quisiese salir por su garganta.

Sacó el móvil del bolsillo y casi se echa a llorar, seguía sin tener señal y ahora estaba en medio de un robo.

Se encogió y se arrastró por la pared, tenía que esconderse rápidamente o no tardarían en encontrarlo, miró los rosales y suspiró, un par de espinas serían mucho más fáciles de sobrellevar.

Gateo hasta las flores y se escabulló entre el arbusto, no era cobarde, pero tampoco estupido, lo superaban en número y probablemente no se tomarían muy bien su intrusión.

Volvió a mirar el móvil y gruñó, el encanto natural de la casa se había perdido, quería estar en su ciudad rodeado de antenas y satélites.

Entró a los mensajes y escribió unos cuantos, tal vez no llegasen a tiempo, pero al menos alguien sabría lo que estaba ocurriendo en algún momento.

Se apoyó sobre la pared y estuvo a punto de caerse cuando esta se deslizó, miró sobre su hombro y sonrió, era una ventana, no muy grande pero lo suficiente para que una persona pudiese pasar.

Se dió la vuelta y se arrastró por ella, sabía que eventualmente entrarían en la casa, pero mientras estaban en ello podría encontrar un lugar dónde esconderse.

Wedding (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora