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      Era un día caluroso, incluso respirar era pesado, en el cielo no había una sola nuve y el viento estaba estancado. Ni una hoja se movía, no había nadie en la calle, todos se refugiaban de ese calor abrumador. Ese clima, era el gemelo idéntico de la sensación que de frustración que te puede producir hacer horas extras un Lunes.

      Y a pesar de que ni los autos pasaban por las autopistas, ni había pajaritos en los cables de aquella apagada ciudad, a paso lento y desganado avanzaba aquel chico enorme, de cabellera roja, más roja que la sangre de una herida recién hecha, el carmesí más puro a los ojos de cualquiera que se animara a salir de casa hoy.

      La mochila le pesaba, los pies rogaban tomar aire y abandonar esos zapatos, estaba empapado en transpiración. Llegó a su destino luego de lo que parecieron ser horas, admiró la fachada de ese edificio blanco. No era un blanco viejo o desgastado, sino que era el blanco más brillante y fresco que jamás había visto. Sin embargo, no podía apreciarlo bien, sus ojos ámbar estaban entre cerrados, porque semejante edificio reflejaba la luz del dichoso sol, que lo encandilaba.

      Dio un paso hacia dentro, no había verde, ni un arbusto, en su lugar, había un suelo de hormigón tan seco y caliente, que se iba a romper en cualquier momento. <¿A quién se le ocurrió esta pésima idea?> pensó.

      Al entrar al monstruoso recinto, un aire helado golpeó su cara, y le dio un placer que le devolvió las ganas de vivir. Sintió ruido, personas hablando, riendo, otras nerviosas rellenando papeles con prisa. Eustass Kid había llegado a su nueva escuela.

      Sonó la campana, pero no era un ruido molesto o desagradable, sino que era suave, tan melódico como podía ser un ruido para anunciar el comienzo de las clases. Eustass cruzó la puerta y fue a su salón. Se sentó al frente del salón, pues era de los pocos lugares disponibles.

-Buenos días alumnos- dijo con una sonrisa el profesor. Tenía un afro muy raro, vestía de forma antigua, en sí, parecía de otra época.

      No hubo respuesta a su saludo...

-Sé que están dormidos, pero no pueden faltarme el respeto de esa manera... De todos modos, tenemos un nuevo compañero. -dijo con una mezcla entre disgusto y comprensión. Acto seguido, me miró, - presentate, por favor.

      <Ni siquiera necesito presentación, soy un pelirrojo gigante, he sido el centro de atención desde que pisé este instituto> pensó Kid bastante molesto. Suspiró y procedió a presentarse.

-Soy Eustass Kid, vengo de la ciudad de al lado, me mudé hace una semana y no soy especialmente amistoso. - hizo especial énfasis en la última parte; no quería gente cerca.

-Eustass.. Es una pena... ¡Porque haremos un trabajo en equipo! Yohohoho- Dijo el profesor, de nombre Brook. - voy a darles a cada uno un número, y se van a unir- continuó.

      Después de dar todos los números, Eustass se reunió con su nuevo equipo, bastante molesto.

-Bueno, yo voy a buscar información sobre el desarrollo de la guerra, ustedes hagan lo que quieran. - dijo Kid tajante, y comenzó a teclear en el portátil.

-¡Eustass, qué malo! ¿No vas a preguntar nuestros nombres? - dijo fingiendo enojo una chica pelirroja, haciendo un esfuerzo por incluirlo al equipo.

      Kid suspiró pesadamente. - ¿Cómo se llaman? - dijo sin muchas ganas con la vista perdida en e ordenador.

-¡Yo soy Nami! - dijo alegremente la chica de antes. - Y él es mi novio, Sanji - dijo señalando a un rubio a su derecha.

-¿Oiste eso? Novio. Así que no te acerques a mi Nami-swan- dijo el chico abrazando a la pelirroja.

-No es mi tipo, tranquilo. - respondió Kid desinteresado, sin siquiera mirarlos.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora