XXI

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      Mihawk entró a la sala forence con cautela. Divisó a los dos cuerpos tendidos en unas mesas metálicas, las alumbraba una luz blanca y fuerte. No entendía del todo como Shanks podía pasar rodeado de cadáveres todos los días. Y, hablando de eso, al que no podía ver era al propio pelirrojo.

-Oye, Shanks, ¿Dónde estás? - preguntó con voz firme.

-Aquí - respondió despacio el contrario.

      Mihawk rastreó el sonido, podía ser que viniera de... ¿Debajo de la mesa? Bajó al nivel del suelo y sintió un cuerpo abalanzarse contra él, casi tumbándolo. Al instante lo reconoció: era Shanks que lo había rodeado con sus brazos.

-¿Qué te pasa? Tenemos un caso que atender - se quejó Mihawk mientras ayudaba al contrario a incorporarse.

-¿Me ayudarías? - habló Shanks en un tono casi inaudible.

-Claro. Podrías haber pedido ayuda antes, ¿Sabes? Han pasado horas.

-Está bien, tengo listo el informe de la niña, sólo estaba algo agobiado. ¿Podrías revisar que esté todo en orden?

-¿No prefieres que te ayude con la autopsia del otro cuerpo?

-No, está bien. Revísalo en casa, vas a tener más tranquilidad. Ten las llaves, yo regreso cuando acabe con todo. - y procedió a extenderle un juego de llaves plateadas.

-¿Qué? No. No voy a dejarte solo en este lugar, no seas idiota.

-He estado solo aquí más noches de las que pueda recordar. Es mi trabajo y ya soy un adulto, de verdad. Ve a casa, es tarde.

-No. Oye, claro que no. Estás raro además.

-Sólo estaba agobiado y necesitaba un abrazo, eso es todo. Basta, por favor, necesito espacio. - el tono de Shanks era ahora serio y firme.

-Como digas - dijo Mihawk tomando las llaves - tampoco soy tu guardaespaldas. Sólo no te vayas a beber por ahí y haz tu trabajo.

-Quizá eso estuvo de más, ¿Sabes? - dijo Shanks dándole la espalda.

-No sería la primera vez.- respondió el ojimiel antes de cerrar la puerta.

      Shanks recorrió con la vista todo su alrededor. Apagó la luz que alumbraba el cuerpo de la niña, se acercó a la mesa de la mujer, aquella única fuente de iluminación, y tomó un nuevo visturí. Dejó caer un amargo suspiro y se puso a hacer lo que al fin y al cabo era el trabajo que había elegido.

      Lejos de la comisaría, estaban acostados en una enorme cama Doflamingo y Crocodile. El moreno había cambiado su mal humor después de un par de copas de vino y ahora estaba entre los brazos de su amante, viendo al techo con tranquilidad.

      El rubio vio una oportunidad de oro para sacarse algunas dudas. Llamó la atención del contrario con un leve toque en la mejilla antes de hacer su pregunta con cautela.

-¿Sabes? Quedé muy intrigado con tu infancia. Con ese pueblo, ¿De verdad no sabes su nombre?

-No. Sólo recuerdo una fuente, eso es todo. Bueno, quiero decir, alguna que otra cosa, momentos en general. No sé si la nostalgia hace todo más bonito o si realmente ese pueblo es genuinamente lo más hermoso que vieron mis ojos. Pero no lo puedo ubicar en un mapa, y dudo poder buscarlo en Internet como "Pueblo con una fuente" - soltó una pequeña risa el hombre de cabello largo.

-Después de mí, ¿Verdad? - preguntó el rubio.

-¿Qué?

-Digo que es lo más hermoso que has visto, después de mí

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora