einer.

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—¿Me buscabas?

Preguntó el joven semi albino, entrando al despacho de su padre. Quién sin despegar la vista de los papeles dispersos en su escritorio, se levantó, soltando un suspiro de cansancio al aire, a pasos lentos se encaminó hacia el balcón que estaba a la derecha de la sala.

El guardia que le había abierto las puertas al príncipe, las cerró, dejándolos a los dos en privacidad para que hablaran de lo tenían qué.

—Últimamente he estado en contacto con un reino vecino, charlando sobre los beneficios que tendríamos si nos llegamos a unir...

Shōto se dirigió hacia la presencia de su padre, quién se mantenía de pie viendo el panorama que le brindaba la altura en la que se encontraba situado.
Hombro a hombro, imitó su acción, observando lo mismo que su progenitor.

—Desposarás a la hija de los Yoshida.

Shōto se quedó algo petrificado por las recientes palabras de su padre, quién ni siquiera lo miró al soltar tan inesperada noticia.

—¿Quién?

Ēnji suspiró pesadamente.

—La única hija y heredera del Reino Peonía. El reino que tiene el símbolo de la misma flor.

Sacó su celular, y lo encendió para poder mostrarle al joven príncipe de qué Reino hablaba, el cual era un territorio vecino.
Nunca habían tenido roces con el mismo, ni malos tratos o insinuaciones de invasión.

Tomó el celular de su padre, y en imágenes similares había una de la princesa de aquel Reino, su futura esposa y compañera de vida. No se le veía muy bien el rostro a decir verdad, pues quienes se encargaban de su seguridad, tapaban la visión de la cámara con la cual se tomó dicha foto.

Le devolvió el aparato a su padre, y sacó el suyo propio, buscando directamente a la susodicha, pues ya sabía el nombre al leerlo en la imagen.
Había escuchado sobre el Reino, obviamente tenía que saberlo, como futuro rey y soberano. Aunque no sabía mucho sobre la hija del actual líder del Reino Peonía, ya que con ella no era con quién negociaría o solicitaría una alianza.

Pues ahora con ella negociaría quién duerme al lado derecho de la cama.

—¿Y cómo se supone que me case con alguien que no conozco? —cuestionó el semi albino aún buscando imágenes de la misma.

—Tu madre y yo nos casamos por conveniencia, por mera alianza.

El mayor dijo la verdad, pues el matrimonio que estos dos habían contraído había sido impuesto por los abuelos de Shōto, quienes ahora descansaban en paz.

Shōto suspiró y entrecerró los ojos un poco por el sol que iluminaba todo su territorio.

—Al menos quisiera verla en persona. —pidió quien poseía ojos bicolores, guardando el teléfono en su traje de color blanco.

Ēnji bufó con algo de sorna hacia su hijo, girándose en sí para volver a entrar en su despacho. Acercándose en silencio a una repisa de cristal, en la cual habían unas botellas de licor.

—En todos los eventos reales... —tomó una pausa mientras ser servía el líquido de una de las botellas. —Ella estuvo ahí.

La cara de su hijo mostró una total desubicación al momento de voltear para ver a su padre.

—Solo que nunca prestas atención o interés a esas reuniones, y no te culpo.

Ēnji bebió de su vaso, y se devolvió hasta su hijo con el objeto de cristal aún en manos, ignorando por un momento el desorden de su escritorio, que pronto sería desorden de Shōto cuando asumiera el cargo. Aunque ya lo era, siendo el siguiente al mando, estaba muy al corriente de lo que pasaba en su futuro imperio.













eternal; todoroki shōto CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora