𝟎𝟎𝟓

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—¿Oficial Seo?—habló Kim desde la celda con un hilito de voz.—Por favor, no haré nada...—suplicaba a la vez que hacía un pequeño puchero.

Desde hace más o menos treinta minutos Doyoung le estaba rogando a Seo que entrara a la celda para  abrazarlo, pues le hacía frío y era la primera vez en la que debía permanecer en la celda durante diez días, cosa que le aterrorizaba un poco a pesar de tener a un sexy policeman cuidando de él.

¿Y si le dejaba solo una vez que se durmiera?

La cama se le había hecho bastante incómoda... qué cama ni que nada, la madera colgante que le pusieron para dormir.

Los barrotes puestos en la pequeña ventanita de la celda, que daba hacia afuera, hacían pasar todo el frío que estaba haciendo. Sus pequeñas manos se encontraban congeladas y sentía que en algún momento se entumecerían.

—No puedo entrar, no debería. —contestó lo mismo lo mismo por décima octava vez.

—Nadie lo verá, se lo suplico, hace mucho frío. —insintió Doyoung mientras se arrodillaba y se fregaba los brazos, cómo si eso ayudaba a quitar todo el frío que sentía.

¿Qué hacía él arrodillándose? De seguro y el frío le afecto el pequeño cerebro que tiene.

Y  por su parte, el policía estaba mordiéndose el interior de la mejilla con fuerza para no ir a abrazar al pelinegro. Chasqueó la lengua de lo molesto que estaba. Si tan solo pudiera, lo haría gustoso. Pero la ley dice que...

A la mierda la ley.

Abrió la celda y se adentró en ella, pensando que hizo lo correcto al ver la hermosa sonrisa del más bajo haciendo presencia y provocando que sus ojitos se hicieran más pequeños de lo que ya eran.

Hermoso, era simplemente hermoso. Apostaría cualquier cosa que quien haya visto esa sonrisa, estaría besando sus pies al instante.

Suspiró, tenía un poco de miedo. Si el oficial Nakamoto lo llegase a pescar o alguno de sus compañeros que son abre bocas, le sacarían su placa, lo multarían y lo correrían. Su padre estaría completamente decepcionado y su madre avergonzada.

—Por un momento pensé que dejaría que me congelara.—habló Doyoung mientras se sentaba y esperaba al que el policía le copiaria la acción.

—Soy un policía, mi debes es ayudar.—contestó Youngho a la vez que se acomodaba al lado de Kim y con cuidado, como si estuviera frente a la cosa más frágil del mundo, lo rodeó con sus brazos para apegarlo a él y de algún modo transmitirle todo el calor de su cuerpo.

Doyoung dejó escapar una tímida risa y se acurrucó aún más entre los brazos del oficial.

Cualquiera que los viera creerían que son pareja, claro, si no estuvieran dentro de una cárcel, ahí sí.

Para Seo, todo el silencio que reinaba en aquella celda era cómodo, le encantaba lo que en el momento estaba pasando.

Pero como el mundo nunca está de su lado, el silencio fue interrumpido por el pelinegro.

—Mini dongs está despierto...—Susurró sonriente.

¿Cómo dijo? Se pregunto el policía

—¿Qué?, ¿Quién es ese mini dongs?—cuestionó a la vez que se separaba unos pocos centímetros para poder ver el rostro del más bajo.

Doyoung tomo entre sus manitas la zurda del oficial y la llevó hasta su entrepierna.

Y vaya que sí se había despertado.

Seo retiró su mano de allí y le miro con una ceja enarcada.

—¿Perdón? Creó haber escuchado que no harías nada.—gruñó Youngho.

—Desde ahora, vuélveme a abrazarme.

Y Seo obedeció sin rechistar.

Al parecer no le quedaba de otra que dormir ahí con el pelinegro todo caliente.

𝕤𝕖𝕠 𝕡𝕠𝕝𝕚𝕔𝕖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora