𝟎𝟎𝟗

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Los jadeos y gruñidos, junto con el sonido obsceno que dejaba escapar el pelinegro cada vez que el miembro de Youngho chocaba contra su garganta, era lo único que se podía escuchar en aquella celda.

El castaño no lograba procesar cómo mierda fue que aceptó que aquél se la mamara, pero allí estaba, devorando su pene como si de una paleta se tratase y acariciando lo poco que no podía entrar.
Doyoung liberó el miembro del policía y continuó masturbándolo.

—¿Se siente bien? ¿Lo hago bien?—preguntó el pelinegro.

—Fantástico, lo haces... de maravilla.—gimió Youngho y jaló los cabellos de Kim,—maldición, sigue chupando.—gruñó.

Doyoung obedeció y, luego de dejar un pequeño besito en el glande, se llevó nuevamente el miembro del policía a la boca.

Youngho sintió un cosquilleo bastante conocido en la parte baja de su estómago y supo que ya estaba por venirse. Embistió la pequeña boca de Doyoung, moviendo la cabeza del susodicho en contra de las estocadas y así llegar más profundo.

—V-Voy a... estoy cerca...—jadeó el castaño, intentando hacer que el más bajo dejara de chupársela.

Pero como Doyoung estaba prácticamente prendido como garrapata, hizo lo que no quería; se corrió en la boca del pelinegro.

Youngho se quedó quieto, esperando a que su respiración volviera a la normalidad, mientras que Doyoung se limpiaba la comisura de los labios.

—¿Le gustó?—preguntó Doyoung a la vez que se acercaba un poco más.

Youngho, que estaba a punto de responder, se quedó casi pálido al escuchar pequeñas pisadas que se iban acercando de a poco hacia donde se encontraban ambos.

Por suerte, alcanzó a empujar lejos a Kim y acomodarse el uniforme, todo limpito.

—¡Hey, Youngho!—saludó un chico de piel canela.—creí que estabas en otro lado.

Seo soltó una risa nerviosa antes de responder.

—No, ¿Cómo crees? Siempre estuve aquí, todo el tiempo aquí. Sí señor.—dijo mientras se rascaba ligeramente la nuca.

—Oh... Y... ¿Qué hace ese en el suelo?—señaló a Kim quien estaba, literalmente, acostado boca abajo en el suelo.

—Oh, bueno... dice que ama el suelo y no sé que otras cosas. Está loco, ¿No crees?

—Sí...—dijo el de piel canela no muy convencido por la respuesta del alto, y con una ceja enarcada.—Y dime... ¿Acaso has ido al baño? No te has subido bien el cierre del pantalón.

—Discúlpame, pero ¿Podrías decirme que haces aquí a esta hora? Deberías estar cuidando las demás celdas, Donghyuck.—dijo Youngho como respuesta antes de aclarar su garganta.

—Esa no es una respuesta a mi pregunta.

—Donghyuck se cruzó de brazos mientras mantenía su ceño fruncido.

—Fuí al baño y me encontré con Taeil Hyung por décima vez y me dijo que si te encontraba te dijera que necesita hablar algo íntimo contigo.—mintió el castaño mientras veía con atención la carita de pura emoción del contrario.

Pero como dice el dicho, la mentira tiene patas cortas. Y cuán cortas tuvo la de Youngho, que Taeil hizo aparición entre todo el lío.

—Disculpen mounstrosidades, aquí viene su...

—Taeil hyung, ahora podemos hablar.—interrumpió Donghyuck a la vez que se abrazaba a su mayor.

—¿Hablar de qué, Hyuckie?—preguntó Taeil mientras que, con la poca fuerza que poseía, trataba de alejar un poco a Donghyuck.

—Youngho dijo que querías hablar de nosotros...

Dicho eso, un gran silencio de apoderó de todo el espacio en donde se encontraban.

Pero ese gran silencio se fué gracias a la risa de Taeil.

—¿Có.. Cómo es que dices?—preguntó el mayor tratando de calmar su risa.

—Que Youngho dijo que querías hablar conmigo sobre nosotros...

Y la risa sólo se intensificó.

—Pero qué locura.—logró decir Taeil gracias a que dejó de reírse por un momento.

Donghyuck entrecerró los ojos y dirigió su mirada a Youngho, quien sólo le sonrió con amplitud, haciéndose el inocente.

—¿A qué viniste, Taeil hyung?—preguntó Youngho.

—Espera que recuerde...—el castaño mayor se quedó en silencio por unos segundos hasta que recordó lo que quería decir.— ¡Ah! La madre de Kim quiere hablar con él, Nakamoto dijo que lo mejor sería que los dejemos hablar y no le sigamos diciendo que el pequeño duerme. Levanta a ese mocoso del suelo.

Youngho, como es tan obediente, arrastró a Doyoung fuera de la celda y lo señaló.

—Ahí lo tiene, todo suyo.

Taeil suspiró y levantó a Doyoung como pudo, colgándolo de su hombro como si estuviese sosteniendo una bolsa de papas, y se retiró de allí con él. No podía sentirse más extraño cuando Doyoung le comentó con risitas que había chupado un pico dulce.


—Yo quiero que Taeil hyung me cargue así...
—Aceptalo Hyuckie, no va a pasar.

𝕤𝕖𝕠 𝕡𝕠𝕝𝕚𝕔𝕖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora