𝟎𝟎𝟕

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A penas Doyoung salió de la oficina del Jefe Nakamoto, Youngho lo bombardeó con preguntas y la mayoría sin sentido alguno. Tenía agarrado al pelirrojo del brazo y lo guiaba a paso rápido a la celda.

—Más vale que me diga ahora mismo de lo que hablaron. —gruñó Youngho como si realmente le importase.

Doyoung sólo se había dedicado a sobrarlo por cada pregunta y quejarse por el agarre del oficial que de a poco iba ganando fuerza.

—Lo que haya hablado con Nakamoto no le tiene que interesar en lo más mínimo, son conversaciones privadas Seo.—respondió Doyoung, haciendo notar su enojo y manteniendo su ceño fruncido.

Cuando llegaron a la celda, el oficial empujó a Kim sin ningún cuidado dentro de ella y siguió insistiendo, dejando las formalidades de lado.

—¿Qué es lo que ustedes dos hablaron?—preguntó Youngho mientras de a poco iba acorralando a Doyoung contra una de las esquinas.

Y Kim se aprovecha de todo.

—¿Acaso está usted celoso de Nakamoto? Sabe que soy únicamente suyo.—contestó en tono juguetón el pelinegro, enrollando sus brazos en el cuello del policía.

Le sorprendió bastante el hecho de que Seo no se haya inmutado con aquél gesto, pero eso más lo insitó a seguir con el pequeño juego.

—¿Qué? No son celos.—contestó el oficial mientras de forma inconsciente dirigía sus manos a la cintura del más bajo.

Doyoung dejó que una pequeña carcajada se escapara de sus labios.

—Aló policía.
—¿Qué?—Youngho le miró con una ceja enarcada.
—Quiero que me entre como agua al Titanic.—respondió Doyoung y fué acercándose más a los labios del adverso.

¿Seo impidió el beso? Oh, claro que no.

Dejó que los esponjosos y suaves labios del pelinegro se presionaran contra los suyos, fué un beso corto y dulce, sin intenciones de avanzar a otro nivel.

—Aquí no.—comentó Youngho cuando Doyoung se alejó unos pocos centímetros.

—¿Aquí no? ¿Entonces en otro lado sí?—interrogó el más bajo.

El castaño abrió la boca con intenciones de contestar, pero fué interrumpido por la voz de una tercera persona.

—¿Así que me intentaste violar al niño mientras yo no estaba?—se escuchó desde la entrada de la celda, Taeil estaba de brazos cruzados y con una mueca de disgusto mientras que Doyoung estaba rojito de la vergüenza y con una tímida sonrisa.

—N-No, no es lo que crees... yo... sólo estábamos..—al policía se le podía notar lo nervioso que estaba, sus mejillas estaban de un ligero color carmín y trataba de excusar lo que su mayor había visto, sin éxito. No se le ocurría nada.

—Sabía que alguien estaba en peligro.—comentó Taeil mientras negaba con la cabeza.

—¿Para qué has venido de nuevo?—preguntó Youngho algo molesto.

—Oh, sí. Recibí una llamada de una tal Brittany, dice que es la madre de Kim...

—¿Brittany?—preguntó Doyoung algo confundido.

—Sí, tu madre tiene una voz muy grave, por cierto. Y es rara.—dijo el más bajo, soltando una ligera risa.

Y ahí fué cuando a Doyoung le cayó la ficha. Jisung venía a salvarlo, perfecto.

—Oh, sí... resulta que se golpeó en la garganta con la mesa y le quedó así la voz.

—Eso es lo más raro que he escuchado en la vida, pero bueno, pasa de todo hoy en día.—Taeil se encogió de brazos e hizo una pequeña mueca.

—Bueno, debo irme, tengo que cuidar las celdas de adelante. Tienes mucha suerte de que te hayan colocado a Kim en una celda lejos de las demás y rodeada de otras vacías, menos trabajo. En fin, no me violes al chico aquí, por favor.—dicho aquello se retiró.

—Rápido, sáquese el pantalón antes de que vuelva.—habló el pelinegro mientras agarraba al oficial del cuello del uniforme y lo atraía torpemente hacia él.

—¿Q-Qué? ¿De qué hablas?

—Que pongo los panes para que meta la salchicha.—contestó Kim a la vez que buscaba la bragueta del pantalón ajeno con torpeza.

Seo de inmediato alejó la mano del más bajo y le miró sorprendido.

—¿Hay panchitos?—preguntó el oficial casi emocionado.

—Mira... No lo sé... pero qué ricos panchitos haríamos nosotros.—Doyoung sonrió de lado y volvió a poner la mano en el pantalón de Seo. Obvio, éste volvió a apartársela.

—Voy a preguntarle a Yuta.

Dicho aquello, Seo salió disparando a buscar a su jefe con tal de saber si habrán panchos o no.

Menudo idiota, pensó Doyoung y se sentó en la madera.

𝕤𝕖𝕠 𝕡𝕠𝕝𝕚𝕔𝕖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora