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Temática: OP Universe Pareja:SanLu
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La lluvia caía sobre su rostro demacrado por el hambre. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que había llegado allí, lo único que podía ver eran cuerpos tirados por la hierba y el cielo plomizo descargando toda su furia, con una tormenta que no hacía más que debilitarlo. Su estómago rugía, buscando atención y reclamando la comida que casi siempre lo llenaba, pero él no podía hacer otra cosa más que cerrar los ojos y esperar.
Se lo había prometido. Nada ni nadie lo movería de ahí hasta que él no viniese para darle de su más que deliciosa comida. Pero el frío empezaba a calarle los huesos y cada vez se sentía más débil. ¿Y si solo se echaba una pequeña siesta? No iba a pasar nada, ¿no?
Sin embargo, cuando estaba por dormirse, sus oídos captaron el sonido inconfundible de unas familiares zancadas antes de que una sombra se cerniera sobre él, obligándolo a abrir los ojos. Cuando su mirada chocó con la del otro, sus labios agrietados formaron una sonrisa que trataba de ser lo más amplia posible.
—Has venido —murmuró. El rubio frente a él suspiró y le lanzó una cesta a a las manos. Él la abrió y sonrió aún más ante el bento –el cual, estaba hecho un auténtico desastre– y empezó a comer. Tenía todas las comidas favoritas de la tripulación y estaba realmente delicioso. Notaba cómo, con cada bocado, iba recuperando las fuerzas.
Eso era lo que necesitaba. Él necesitaba a su cocinero, necesitaba a Sanji, y el rubio, aunque no lo admitiera en voz alta, lo necesitaba a él. Porque se veía angustiado, encerrado en un callejón sin salida, con su familia a punto de ser asesinada por los Charlotte.
No podía volver y dejar las cosas así, no podía volver después de la paliza que le había dado a Luffy y éste, con un solo puñetazo, le demostró lo que pensaba sobre lo que "no podía hacer". Luffy lo ayudaría, todos lo harían y salvarían a la familia Vinsmoke, juntos... pero Sanji tenía que volver.
Entonces, Luffy fue testigo de cómo el rubio, uno de los hombres más fuertes de su tripulación, el hombre que –con o sin motivos– peleaba contra Zoro día sí y día también, que había demostrado lo letales que se habían vuelto sus piernas en dos años y al cual quería con locura... se derrumbaba de rodillas en la hierba, entre lágrimas y temblores.
—Luffy, yo... yo quiero... —murmuró entre hipidos, agarrándose el rostro por debajo de su largo flequillo, mientras el nombrado lo observaba con sorpresa, la cual, poco a poco, se iba transformando en aquella seriedad que pocas veces se veía grabada en su rostro, pero que duró bien poco cuando Sanji terminó diciendo:—... yo... ¡Quiero volver al Sunny!
El moreno volvió a sonreír, se acercó a él, se arrodilló a su altura y le colocó su sombrero, cortando su llanto y haciendo que el rubio lo mirara, sorprendido.
—Bueno, así es como eres —comentó el chico de goma, ampliando su sonrisa—. Nos tienes a nosotros. ¡Destrocemos esa boda!
Sanji, conmovido, lo abrazó, haciéndole reír con suavidad mientras aceptaba el abrazo.
—Feliz cumpleaños, capitán —murmuró el mayor contra la tela de su destrozada camisa. Luffy afianzó el abrazo con una gran sonrisa, mientras volvía a reír.
No sabía qué pasaría en aquella isla, no sabía cómo podría resultar una pelea contra una yonkou como Big Mom, pero sí sabía que romperían aquel compromiso, saldrían de allí con Sanji y partirían hacia Wano para reencontrarse con el resto.
Y el simple hecho de poder estar, de nuevo, todos juntos, era el mejor regalo que podían hacerle a Luffy.
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Pequeño drabble para celebrar el cumpleaños del próximo rey de los piratas. Nadie lo pidió, pero tenía la idea medio hecha así que, ¿por qué no?
