sweet heart, you look a little tired ; chanbaek

004

✽｡ hurt comfort | 4354 p.
✽｡ Habiendo sido abandonado, Chanyeol es acogido desde muy joven por una adusta familia acaudalada.

^ .^~

Él no había nacido como un príncipe.

Ahí estaba él, siendo tomado por manos protectoras a la edad de cinco años, siendo levantado de los escombros de una calle repleta de suciedad y desechos. Su destino dictaba que habría de morir dentro de esas cajas que le servían de casa entre páginas de periódico que eran su única comodidad.

Lo único que conocía del mundo hasta entonces era la frialdad, la ausencia y el vacío. Fue así que no supo por qué aquellos brazos lo acunaron, lo cubrieron con un gran abrigo caliente y lo subieron a un coche de brillantes tonos azules que no cabían en su imaginación.

Él no había nacido como un príncipe, pero desde entonces se sentía como uno.

No se debía a la mansión victoriana que sus protectores tenían por casa, ni a los impresionantes almuerzos para quince personas que le disponían a diario. Tampoco tenía que ver con el extenso campo verde dentro de las propiedades ni con la cantidad de empleados que laboraban en el hogar.

Todo se debía a esa vocecita llamándolo de ese modo peculiar que, aunque no se mereciera, lo encantaba.

Él mantuvo la cabeza gacha desde su llegada, los hombros caídos y la vista en los azulejos pulidos que le recordaban cuan sucio era a comparación del lugar en el que se encontraba. Las miradas de repulsión de los sobrinos de su salvadora se lo recalcaron cuando él se presentó. La que ahora era su nueva madre lo instaba a saludar frente a los nueve miembros de la familia. Su voz entrecortada y aguda resaltó como un graznido y la vergüenza lo cubrió:

—Chanyeol —dijo, pidiendo auxilio con su mirada a su salvadora y queriendo tirar de su vestido.

Pero no pudo, se atragantó de pena al escuchar dos risas de la fila familiar que se extendía delante de él. Un joven más grande reprendió al par de hermanos y el silencio cayó sobre todos una vez más.

No volvió a decir ni una palabra más a partir de entonces.

La línea familiar estaba compuesta por Byun Sangwoo, que estaba casado con una hermosa mujer que trabajaba de benefactora: Hyejin. Tenían dos hijos, uno a punto de hacerse mayor y el otro con seis años cumplidos. El hermano de Sangwoo, junto a su hija y sus dos hijos. La hermana de Hyejin, sin más familia que no fueran ellos. Y Mongryeon.

Mongryeon era el que mejor se portaba con él, siempre que Chanyeol le diera carne debajo de la mesa secretamente. Entonces el cachorro lamería sus dedos y después se iría a buscar algo mejor que hacer.

Moonbyul, la hermana de Hyejin, era una tía grandiosa con él, pero no pasaba mucho tiempo en casa como para que Chanyeol pudiera sentirse cómodo.

La casa era gigante y monstruosa para un niño como él. Sus manos siempre temblorosas llegaron a volcar un solo retrato del salón cuando quiso mirar de cerca a la familia completa y al niño pequeño que no había tenido la oportunidad de conocer. En cuanto recibió el contundente regaño de Sangwoo por haber roto el marco, Chanyeol no dejó que sus brazos se ondearan con libertad nunca más.

El resto de los miembros de la familia no eran para temer menos, especialmente por los sobrinos queridos de Hyejin. Con once y trece años de edad, habían aprendido a diligencia los hábitos de la familia: desdeñaban todo ello que no entrara en sus prioridades, desestimaban el esfuerzo de los demás y desechaban lo que consideraran innecesario. Chanyeol entraba en todas estas categorías sin darse cuenta, así que no podía comprender por qué los gemelos arremetían contra él constantemente a base de palabras hirientes y, muy pocas ocasiones, golpes supuestamente accidentales.