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Empezó a desabrocharme la camisa y la detuve mirándola con pánico, no sabía porque, pero siempre me había dado vergüenza que me viera desnudo.


– Ay, no te voy a violar, cálmate, además ni que fueras el primer hombre que vaya a ver desnudo, tienes lo mismo que todos.

– Yo puedo solo.

– Está bien, arréglatelas como puedas, todavía de que me preocupo por ti, voy por algo de ropa, ahí hay una toalla – me señaló.


Cuando Katy salió del baño abrí un poco el agua caliente y me desnudé, me quedé varios minutos ahí parado, sintiendo el agua tibia recorrer mi cuerpo. Luego de un rato cerré la llave, me sequé y salí con la toalla enredada en la cintura, sentía la cabeza pesadísima, con si trajera una losa encima y aún estaba mareado, en la cama vi un pants de hombre y unos bóxers.


– Eran de Chace, creo que te quedarán bien – explicó Katy.

– Gracias.

– Tómate el café que te deje en la mesa de noche.

– No quiero, necesito dormir.

– Pues tómatelo antes de dormir, dios, Aron, ¿qué rayos te pasa?

– ¿Quieres dejar de regañarme ya?, por favor.


Le di unos sorbos al café, me supo horrible y no me lo terminé, me acosté en la cama y sentía que se movía, cuando Katy se acostó yo sentí que me hundía, cerré los ojos y después de un rato me quedé dormido. Cuando desperté una terrible sed me inundaba, tenía seca hasta la garganta y un ardor horrible en el esófago y ni que decir del dolor de cabeza, parecía que me iba a estallar en cualquier instante, me enderecé y todo me dio vueltas, no pude levantarme y volví a acostarme en la cama.


– Buenos días – dijo Katy entrando a la habitación con una charola en las manos.

– ¿Qué tienen de buenos?, me siento fatal.

– Y cómo no, con todo el tequila que te tomaste anoche, siéntate, necesitas comer algo.

– No tengo hambre, muero de sed.

– Lo sé, lo sé, ya te traigo algo que te aliviará.


Con dificultad me enderecé y Katy puso la charola en mis piernas, ella tan atenta como siempre, ayudándome y rescatándome cada que lo necesitaba. Vi que echo dos pastillas en un vaso medio lleno de agua y éste empezó a burbujear, me lo tomé de un solo trago y después me bebí todo el vaso de jugo de naranja y comencé a comerme la fruta, poco a poco, ella se sentó frente a mí.


– Ahora sí me puedes explicar por qué bebiste de esa manera.

– No cometí ningún delito y créeme que si fue así ya lo estoy pagando.

– ¿Qué te sucede Aron?, tú no eres así, jamás habías abusado del alcohol.

– Nada, no me sucede nada, ¿ok?

– Claro y yo soy la primera dama de Estados Unidos... ¿acaso es por una mujer?

– Ay por dios Katy, sabes que yo no me engancho.

– Siempre hay una primera vez para todo, es eso, ¿verdad?

– No, de sobra sabes que mi único amor es y será Johanna.

– Está bien, veo que estamos en la etapa de la negación.

– ¿Quieres dejar de usar tus rollos psicológicos conmigo?

¿𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞? : 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚𝐬 [𝗮𝗽]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora