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penultimo capitulo part1


– Tienes razón Aron, perdóname, no era una prueba, en verdad perdí los estribos, no me gusta verte con otras.

– Tú misma estás rompiendo tus reglas y dijiste que...

– Ssshhh – puso sus dedos sobre mi boca – no lo digas, sé lo que dije y sé que soy una tonta y una insegura, te prometo que no volverá a pasar.

– ¿En qué minuto te volviste así Madison?, de las cosas que me gustan de ti es tu seguridad y tu firmeza, ¿qué te está pasando?

– Te amo demasiado, eso es lo que me está pasando, tú te volviste psicópata, yo insegura – respondió pasando sus manos por la solapa de mi saco.

– En serio eres increíble Madison – exclamé sonriéndole y moviendo la cabeza – no sé que voy a hacer contigo – agregué tomándola del mentón para levantarle la cara.

– La culpa de todo la tienen las hormonas – argumentó haciendo un puchero.

– Supongo que tendré que acostumbrarme a lidiar con eso.

– Algunas veces... ¿me perdonas?

– ¿Cómo no perdonarte si pones esa carita? – aseguré acariciándole la nariz – pero en verdad, no merezco que me hagas estas cosas Madison, no es justo que dudes de mí después de todo lo que he hecho para que estemos juntos.

– Lo sé, mejor ya vámonos para que me sigas contando.

– ¿Segura?, apenas hemos estado un par de horas.

– Sí, no es necesario que estemos más tiempo y lo que ahora me importa más es estar a solas contigo.

– De acuerdo, vámonos.


No hablamos mucho en el camino, creo que cada uno iba analizando lo que había sucedido, me dolía que Madison se pusiera en ese plan, pero también debía entenderla, supongo que no es fácil estar tanto tiempo con la misma persona y un día darte cuenta que ambos tenían a alguien más, algo que quizá jamás habían contemplado y si a eso le aunamos que yo no había sido un santo antes de conocerla, hasta cierto punto era normal su actitud, aunque eso de ponerme pruebas si era una exageración, claro que aún no terminaba de contarle mi versión de los hechos, tal vez cuando lo hiciera se le quitaran los temores y las inseguridades.

Llegamos a su departamento y nos sentamos en el sillón, Madison fue por unas sodas a la cocina y después regresó a mi lado y le conté otro poco de mi historia.


– ¿De verdad nunca consideraste dedicarte a la actuación? – preguntó levantando una ceja.

– No, siempre me gustaron los negocios.

– Es una lástima, en serio que eres un gran actor, jamás me imaginé que te hubieras puesto celoso el día del partido.

– Bueno, no los sentí tan intensos como en las ocasiones posteriores.

– Y yo pensando mal de Katy y ni al caso.

– En ese aspecto jamás te he mentido, desde un principio te dije que sólo era mi amiga.

– Lo sé, pero, ¿cómo no querías que pensara mal si como se llevaban?, sobre todo el día que llegamos a Las Vegas.

– Eso te lo contaré mañana, ahora debo irme porque ya tengo sueño, el champagne ya me está haciendo efecto.

– Quédate, te prometo que no más pruebas, además, aunque quisiéramos hoy no podemos, estoy en mi período.

– Está bien corazón, me quedo.


Nos preparamos para dormir y de nuevo nos acostamos abrazados. A la mañana siguiente desperté y Madison no estaba a mi lado, me levanté al baño y al salir ya me estaba esperando con el desayuno.


– Buenos días mi amor – dijo y me dio un beso en los labios.

– Buenos días corazón.

– Ahora me toca consentirte, me levanté muy temprano a prepararte el desayuno, hice pan cakes.

– Gracias, no tenías que hacerlo.

– Claro que sí, tú ya has hecho mucho por mí, es justo que yo te lo retribuya.

– Me conformo con saber que me amas como yo a ti.

– Eres tan bueno Aron, a veces siento que no te merezco.

– No digas eso, sólo tienes que controlar tus hormonas, no quiero ni imaginar cómo te pondrás cuando estés embarazada.

– Me asusta, aunque no lo creas, ¿me tendrás paciencia?

– Por supuesto, te amo.

– Yo te amo también y mucho.


Nos besamos por unos minutos y después nos sentamos en la cama a desayunar mientras veíamos la televisión. Después ella se bañó y en tanto se vestía yo me bañé también. Cuando estuve listo la abracé por la cintura.


– ¿Qué te parecería ir a andar en bicicleta?

– Me encanta la idea, hace mucho que no lo hago, creo que ya hasta se me olvido.

– Lo que bien se aprende jamás se olvida.


Le di un beso en los labios y después salimos del departamento. Fuimos a un parque cercano donde rentan bicicletas e iniciamos un recorrido, al principio le costó un poco de trabajo, pero después hasta me ganó en una competencia que hicimos. Ambos nos reíamos y estábamos explorando una nueva faceta de nuestra relación, me encantaba que se diera cuenta que no sólo éramos compatibles en el sexo, sino en muchas otras actividades y que definitivamente no era ese el aspecto que nos unía, a pesar de que así hubiera empezado lo nuestro.

Después compré un par de helados y nos sentamos en una banca a comerlos mientras veíamos a la gente que pasaba. Empezamos a contarnos anécdotas de nuestra infancia y nos reíamos como un par de niños, de repente se puso seria y triste, puse mi mano sobre su rostro y le acaricié su mejilla con mi dedo pulgar.



– ¿Qué te sucede corazón? – pregunté preocupado.

– Me acordé de la última vez que mis padres me llevaron a andar en bicicleta.

– ¿Quieres contarme?

– Sí, tenía cinco años y apenas había aprendido a sostenerme sin las ruedas de soporte, Esteban fue a comprar unas paletas y Leyla se distrajo porque un hombre le preguntó la hora, yo tomé demasiada velocidad y no pude frenar así que me estampé contra un árbol, me abrí la ceja y me fracturé la muñeca, me puse a llorar y a pesar de eso y del dolor me di cuenta como ellos discutieron y se reprocharon el uno al otro por no estar atentos en mí, tres días después Leyla me dijo que Esteban ya no viviría con nosotros, todavía lo recuerdo bajando las escaleras cargando una maleta, me abrazó y me aseguró que me quería y que eso no tenía nada que ver conmigo, aunque en ese momento yo pensaba que sí, las cosas ya no volvieron a ser iguales, Leyla se volvió amargada hasta que años después conoció a Phil, su esposo actual, entonces empezó a comportarse como una adolescente y por eso decidí irme a vivir con Esteban, a quien sólo había visto cada quince días los años que viví con ella.


La abracé fuertemente, ella hundió su cabeza en mi pecho y empezó a sollozar, le acaricié su espalda, me afligía tanto verla así, no tenía idea de cómo había sido la separación de sus padres y debió haber sido terrible para ella pensar que tenía la culpa, cuando en realidad había sido porque se les acabó el amor de pareja, tal vez por un mutuo descuido.


– También por eso tengo miedo, no quiero pasar por lo mismo Aron, no quiero tener que explicarle el día de mañana a mis hijos porque su padre y yo no estamos juntos, no quiero ser juzgada ni tener una familia rota.


¿𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞? : 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚𝐬 [𝗮𝗽]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora