17 『M1』

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『MARATÓN』


La escuché decir y me separé abruptamente de ella, pero seguía profundamente dormida, entonces puse mi cabeza sobre mi mano para mirarla, velando su sueño mientras la lluvia continuaba cayendo.

– Te necesito... no te vayas... las reglas, sí las reglas.

Ahí me di cuenta que estaba soñando conmigo, ¿acaso ella también quería romper las reglas y no se atrevía?, tenía que encontrar la manera de hacerlo fortuitamente, al parecer, ninguno de los dos era capaz de quebrantarlas frente al otro.

No me di cuenta cuando me quedé dormido hasta que sentí los tibios rayos del sol sobre mi piel, abrí los ojos y vi que ella seguía durmiendo, miré mi reloj y eran las diez de la mañana, me levanté con cuidado para evitar despertarla y nuevamente decidí dejarle una nota, así que bajé otra vez a la oficina del gerente, tenía que seguir con mi teatro de desconocido para sorprenderla cuando nos viéramos en la calle.

Escribí varias cosas y las borré hasta que encontré la frase que quería decirle: "Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", yo iba a darle el equilibrio que ella necesitaba, ese que John no le daba. Regresé a la habitación y le dejé la nota sobre la mesa, la miré unos instantes y después me fui.

Por la tarde llegó Katy a mi departamento y me propuso que fuéramos al juego de los Gigantes, que era el siguiente lunes. Ella era gran fan de ese equipo, así que la abracé y le di un beso en la frente, sin querer me dio la idea perfecta para propiciar el encuentro casual con Madison, recordé que John me había mencionado que él jugaba futbol americano en la preparatoria, así que seguro iría si lo invitaba, sólo esperaba que esta vez sí fuera con ella.

Fui a mi recámara y primero hablé con mi contacto del estadio y le pedí cuatro pases para el palco familiar. Después le marqué a John, sonaba y sonaba, pero no me contestaba, estaba a punto de colgar cuando finalmente respondió.


– Hola Aron, ¿cómo estás? – contestó un tanto agitado.

– Bien, ¿y tú?, ¿interrumpo? – pregunté serio ante la posibilidad de que estuviera con ella.

– No para nada, ¿en qué puedo ayudarte?

– Quiero invitarte al partido de los Gigantes del lunes por la tarde, ¿puedes?

– Claro, hace mucho que no voy a un partido en vivo.

– Pues ya está, te regalo un pase doble para palco preferencial, te los hago llegar a tu oficina el lunes por la mañana.

– Perfecto, muchas gracias.

– No tienes nada que agradecer, nos vemos el lunes – colgué feliz.


Después de cenar, Katy y yo fuimos al teatro, la obra estuvo entretenida, me gustaban los musicales y la más feliz era mi amiga que cantó todas las canciones. Al terminar, la llevé a su departamento y luego me fui al mío. El domingo no hice gran cosa, no salí, estuve tocando un rato el piano, quería escribirle una canción a Angie y Jonathan para el día de su boda, pero no encontraba la inspiración, así que sólo toqué canciones que ya me sabía.

El lunes por la mañana me llegaron a mi oficina los pases para el partido y de inmediato le mandé a John los suyos. Casi todo el día estuve con la zozobra de si iría Isabella con él, no quería llevarme una desagradable sorpresa como la vez de la cena, así que decidí averiguarlo, estaba afuera del edificio de Katy esperando a que saliera cuando tomé mi celular y le marqué a Madison.


– Hola – contestó un tanto nerviosa.

– ¿Estás libre esta noche? – pregunté sensualmente para escuchar su reacción.

– No... lo siento, un... compromiso previo – eso me indicó que sí iría.

– Entiendo – respondí haciéndome el ofendido.

¿𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞? : 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚𝐬 [𝗮𝗽]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora