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Ya era lunes y me encontraba en el aeropuerto de Londres, no tenía ninguna noticia de Madison, no había respondido mis mails ni había podido comunicarme con ella durante todo el fin de semana y mi preocupación había aumentando considerablemente, de sólo recordar lo que había pasado con Johanna mi corazón se desgarraba y sabía bien que no podría volver a vivir lo mismo, esta vez sí moriría, así que me regresaría a Nueva Jersey para corroborar que Madison estuviera bien.

Hice un último intento de llamarle mientras hacía fila para comprar el boleto y afortunadamente me respondió, mi corazón latió nuevamente tranquilo al escuchar su hermosa voz, le hice saber sobre mi preocupación y mi decisión, me dijo que no era necesario que viajara, después me complació el escuchar que ya había comprado la web cam, otra de las cosas nuevas y diferentes que experimentaría con ella.

Regresé al hotel y cené, después subí a mi habitación y miré un poco de televisión, luego me dormí un rato para hacer tiempo a que fuera de noche en Nueva Jersey y poder, al fin verla, aunque fuera por una simple cámara. El despertador sonó y me levanté de la cama, me conecté a la red justo a la hora que habíamos quedado y ella ya estaba conectada, de inmediato la saludé y después ambos pusimos nuestras manos sobre la pantalla del notebook, como deseaba estar junto a ella y poder tocarla realmente. Le propuse mi juego y casi al instante aceptó.

El verla acariciarse mientras la guiaba era una extraordinaria experiencia y lo suficientemente excitante para que yo me acariciara también, aunque deseaba que fuera su mano la que estuviera sobre mi erecto miembro en lugar de la mía. La vi llegar al orgasmo y yo conseguí el mío segundos después en tanto la miraba con sus ojos cerrados y como su pecho subía y bajaba por lo descontrolada que se encontraba su respiración. Me dijo que se lavaría las manos, yo me subí el pantalón y fui a lavar las mías también. Al cabo de pocos minutos estábamos de nuevo frente a frente.


– ¿Cómo te sientes? – pregunté mientras me acomodaba en la silla.

– Relajada – respondió con una sensual sonrisa.

– Me encanta haber contribuido con eso – entonces deseé saber si ya había cumplido con su promesa – Madi, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está quemando – no podía imaginar que no la cumpliera aún – ¿ya terminaste con él? – pregunté serio.

– Sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.

– Lo sabía, por eso no quería que te tocara – exclamé sin pensar debido al entusiasmo que me dio al escuchar la noticia de su ruptura.

– ¿Qué dijiste?, ¿tú sabías que John tenía una amante? – dijo totalmente desconcertada – ¿cómo lo supiste? – añadió en tono de enfado.

– Un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.


Tuve que mentirle de nuevo, odiaba hacerlo, pero aún no sabía si podría ser capaz de entenderme, debía reconocer que mi comportamiento con ella en un principio era frío y en ocasiones hasta cínico, porque no sabía bien cómo manejar esto, en cierto modo era nuevo para mí, así que no le había dado muchos indicios de mis sentimientos hacia ella, además la forma en la que me había enterado era poco honorable, hurgando en algo tan personal como lo es un celular, otro delito más a mi lista de actitudes psicópatas.

Empezó a recriminarme y con toda la razón, así que le dije un par de verdades y se molestó más, al grado que se desconectó sin despedirse. Inmediatamente tomé mi Nextel y le marqué, pero cortó la llamada sin contestarme, volví a marcarle y me respondió el buzón, seguramente lo había apagado y mi corazón se oprimió, entonces comprendí que si supiera que la había mandado investigar no me lo perdonaría, eso debía callármelo para siempre.

Opté por enviarle mails pidiéndole perdón de mil formas diferentes, explicándole más detalladamente mis motivos, agregándole frases que busqué en la red. Ahora no sabía si había sido buena idea callármelo, es que no era posible que ese imbécil todavía le estuviera haciendo sombra a nuestra relación y que hubiéramos discutido por su culpa.

Derrotado y casando me fui a acostar, tenía que levantarme tres horas más tarde para ir al aeropuerto por uno de mis socios que llegaría para la junta que tendríamos dos días después. De pronto, una idea cruzó por mi mente, Madison y yo no podíamos estar enojados hasta que yo regresara, no tenía idea si era rencorosa y quizá ya no querría ir conmigo a la boda de Angie, así que me levanté de nuevo y busqué por internet un boleto de avión para el primer vuelo que saliera rumbo a Nueva Jersey, después de una exhaustiva búsqueda encontré uno, pero, tendría que esperar un día y de inmediato lo compré.

Fui por mi socio y mientras nos dirigíamos al hotel le dije que tenía que regresar a Estados Unidos por un problema familiar y que no me sería posible estar presente en la junta, afortunadamente, me dijo que no habría ningún problema y no me pidió detalles. Esa noche no pude dormir bien, así que tomé una hoja y empecé a escribirle a Madison lo que sentía por ella, esperaba que eso funcionara para que me perdonara.

"Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Madi, hace mucho que rompí la tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.
Tuyo por siempre
Aron Piper"


Si supiera que rompí la tercera regla casi desde el primer día que la conocí, que mi corazón late con más fuerza tal sólo al pensar en ella, que su pañoleta la llevaba conmigo a todas partes y que ahora la tenía debajo de mi almohada con tal de sentir su presencia, de embriagarme en su aroma, sí, era demasiado fuerte lo que sentía por ella, me había enamorado completamente sin poder evitarlo, sin saber cuándo ni cómo, simplemente Madison se había convertido en mi razón para existir y me asustaba ese hecho, me daba miedo que ella no me correspondiera y más que nada, que pudiera perderla, prefería mil veces perder un negocio y millones de dólares antes que quedarme sin ella.

Quería sorprenderla no sólo con mi presencia, sino con algo más, pero no se me ocurría que podría comprarle, las flores eran algo tan trillado y lo es lo más típico que se regala cuando se quiere obtener el perdón, yo debía ser original, que se diera cuenta de mi esmero con tal de que olvidara lo que había sucedido.

¿𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞? : 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚𝐬 [𝗮𝗽]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora