Escuché el timbre y me levanté, sería un vecino pidiendo huevos o pimienta. Me acerqué y abrí. Una enorme sorpresa obtuve cuando vi que era la policía y al mando el tipo que le gustaba a Marcos, Carlos. Abrí los ojos como platos.-Buenos días, Ágata. Venimos para registrar la casa, lo estamos haciendo en todas. Resulta que la última pista que tenemos de Luis Hernández fue por la carretera. Estamos mirando por si se ha escondido en alguna, ¿podemos pasar?
Carraspee. Tenía la garganta cerrada.
-Si me dais un momento que me ponga los pantalones... No os voy a dejar que me veáis en braguitas - dije fingiendo normalidad. Les sonreí falsamente. El cuerpo de policía se empezó a reír y cerré la puerta tras obtener el permiso.
Corrí a la habitación donde Luis dormía.
-Luis, joder despierta. -susurré.
- ¿Qué te pasa? – murmuró adormilado frotándose los ojos.
-Está aquí la poli haciendo un registro en todas las casas. Corre escóndete. – Dije corriendo hacia mi cuarto.
Él, acojonado, corrió detrás de mi.
-No me habrás delatado, ¿verdad? – Noté cierta furia en su tono.
-¿Y porqué coño te hubiera despertado si quisiera delatarte? Te los hubieras encontrado nada más despertar. Sube ahí arriba, abre el conducto de ventilación, metete y cállate.
Luis subió con dificultad en un armario grande y una vez escondido fui a abrirle a la policía.
-He intentado recoger algo la casa, pero soy un desastre. No se asustéis por el desorden. – Fingí una sonrisa. La policía entró y empezó a revisarlo todo meticulosamente.
Fueron los diez minutos más largos de mi vida.
Se dirigieron a mi habitación y les acompañé hablando con Carlos, el tipo que dirigía la misión.
-¿Y Marcos? – pregunté mirándole. Él sonrió de forma tonta.
- Hoy es su día de descanso. Pero hemos quedado después del turno.
- ¿Ah si? ¿Y es algo serio o solo tonteo? – Pregunté mirando como un policía se acercaba a mirar en el conducto de ventilación. Se me paró el corazón. Tenía que distraerles.
-Se ve que es algo serio...- Toqué mi pecho hiperventilando apoyándome en la cama de rodillas. - Ágata, ¿estás bien?
-Creo que me está dando un ataque de ansiedad fuerte. – susurré como si me faltase el aire. – Ayuda, por favor. Llamad a una ambulancia.
Me tiré al suelo y tocando mi pecho. Los policías se acercaron a mi, incluido el tipo que miraba por el conducto del aire. Todos vinieron a por mi y salieron corriendo de la habitación.
-Todos fuera, seguid entrando casa por casa, yo me quedo con ella. – Dijo Carlos aterrado. – Joder Ágata, cálmate y respira hondo conmigo.
Me tiré cinco minutos fingiendo un ataque. Cuando todos se fueron miré a Carlos quien estaba sentado junto a mi y me acaricaba el pelo. Luis seguía en el conducto en silencio.
-Ya has dejado de temblar, ¿Estás mejor? – Preguntó Carlos mirándome. Asentí lentamente.
-Gracias Carlos. Me pasa mucho. -Susurré - tengo problemas con mis padres y casi siempre que pienso en eso me pongo con la ansiedad. Tranquilo, me encuentro mejor, ya puedes seguir buscando al tipo ese. – Sonreí de lado.
- ¿Estarás bien? – Asentí. – Vale. – Se levantó del suelo y le acompañé a la puerta.
-Dale besos a Marcos de mi parte, y no se lo cuentes. No quiero que se preocupe por una tontería como esta.
-Claro. Te guardaré el secreto y le daré besos de sobra – Reímos juntos – Bueno. Si ves a Luis Hernández o sabes algo, llámanos. Es un tío peligroso y no quiero que te haga nada ni a ti ni a nadie.
- Vale, gracias.
Finalmente se fue y cerré la puerta rápidamente con llave. Corrí al cuarto con una escalera para que Luis bajase con cuidado. Subí esta y abrí el conducto. Luis estaba quieto asustado. Le hice una seña para que bajase. Con mi ayuda lo hizo.
-¿Estás bien?- Pregunté mirándole. Estaba muy cerca de mi.
-Eso tendría que preguntarte a ti. Estás hecha una gran actriz. No sé como agradecerte todo esto. – Susurró poniendo una mano en mi cintura pegándome más a él.
Me quedé sin palabras. Sabía por dónde iba. Se acercó a mi para besarme y le aparté.
-Así no, Luis. – Dije zafándome de su agarre y saliendo de mi habitación.
Le escuché suspirar pesadamente. Seguía sin saber que decir. Me puse los zapatos y salí de la casa aún atónita.
Estaba en chándal, así que decidí ir a casa de Marcos.
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-¿Y le has mirado el culo? – preguntó mi amigo dándome una cerveza.
-Claro que no. No voy mirándole el culo a los rollos de mis amigos. -Rei abriendo la lata.
-No sabes lo que te pierdes nena. -Se rio- ¿sabes? Creo que es él. Que es el adecuado. Joder, no me siento así desde que salí del armario con el italiano del intercambio.
Me reí. Yo fui la primera en saber de su homosexualidad. Marcos salió del armario con un italiano llamado Wido que fue a su casa de intercambio durante dos semanas, luego fuimos a Italia, donde estuvo dos semanas más con él. Recuerdo ese viaje, fue el primero con Marcos, donde nos hicimos amigos.
-Joder, sí que estás feliz entonces. – Le miré con una sonrisa.
- Quiero verte así chica, no sabes como es el sexo cuando hay amor.
-Claro que lo sé – Susurré mirando la cerveza con melancolía.
Marcos se llevó la mano a la cara insultándose a si mismo.
-Joder nena, no me acordaba de él. -Susurró agarrando mi muñeca.
-No pasa nada. Hacen ya casi diez años de eso.
-No estés triste. Pasaste lo tuyo, que para colmo se juntó con la universidad y con lo de tu padre.
Asentí bebiéndome la cerveza de un tirón.
-Ágata. Eres la tía más fuerte que he conocido nunca. La más fuerte y la más valiente de todas – murmuró Marcos abrazándome.
-El psicólogo me dijo que debía de ir a verle y despedirme. Hace ya mucho tiempo de eso, Marcos y aún sigo sin poder besar y no pensar en él. -Murmuré mirándole.
-Ve y llévale rosas y un paquete de cigarros que le gustaban.
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Salí del coche con mis cosas en la mano y pasé por el cementerio. Leyendo algunas lápidas. Me acerqué a la que yo iba y leí el nombre:
"AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE DAVID MORA. HIJO, HERMANO, AMIGO. TODOS TE AMAN"
Me agaché para quitarle el polvo a la lápida.
-Siento no haberte visitado. No quería creer esto aun. Y mira que han pasado años... -Murmuré mirando esta.
Leí las palabras que elegí para que las pusieran en la lápida. Eran las que siempre decía:
"Cuando caiga el sol, justo en ese preciso momento, me marcharé corriendo para emprender las mayores locuras de mi vida que recordaré hasta el momento en el que tome mi último aliento".
Di un beso en esta y miré la foto que había. Suspire y limpié una lágrima que pasaba por mi mejilla.
-¿Qué estoy haciendo con mi vida, David? ¿Por qué me dejaste? – susurré con la voz rota.
Tras un rato coloqué los cigarros que compré en una esquina y la rosa junto a estos.
Me despedí.
-Por favor, dame fuerzas y ayúdame a dejarte ir.
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Cuando el sol caiga
Teen FictionLa vida de Ágata se ve llena de adrenalina cuando se encuentra obligada a esconder en su casa a uno de los mayores criminales buscados por la Interpol. ❤️Portada hecha por @Alexa_Henao❤️