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El día anterior había sido muy complicado para Kaia, le había dolido demasiado la traición de Levi, no se lo esperaba. Después de llamar a su amiga ésta apareció varios minutos después tocando su puerta y al verla simplemente la abrazó. Esa noche había sido horrible, pasó toda la noche llorando y sintiendose estupida por hacerlo, no valía la pena pero le dolía demasiado. Ni siquiera supo a que hora se durmió, despertó debido al sonido de la alarma que le avisaba que debía levantarse para ir al trabajo, suspiró con cansancio. Sentía un terrible dolor de cabeza y sus ojos le dolían también, se levantó como pudo y se metió al baño cepillando sus dientes y tomando una ducha rápida, se colocó el uniforme y acomodó su cabello en un moño de esos que suelen usar las bailarinas.
Metió distintas cosas en su bolso y bajó sorprendiendose al encontrar a su amiga con el uniforme puesto dando vueltas en su casa, pensó que se había ido.
- Buenos días - saludó su amiga - Preparé el desayuno.
- Pensé que te habías ido.
- No quería dejarte sola, además pensé que el idiota podía aparecer y estoy preparada para darle un gran golpe con lo primero que consiga. - Kaia no pudo evitar reir
- Gracias por preparar el desayuno pero no tengo apetito.
- No acepto un no como respuesta, al menos come una tostada con un poco de café. Y no me salgas con que tenemos que llegar temprano al trabajo, aún tenemos tiempo.
- Bien... - aceptó la muchacha y ambas fueron a la mesa del comedor. Kaia tomó asiento y su amiga se sentó frente a ella. La muchacha tomó un poco de café para después untarle un poco de mermelada a su tostada.
- Tienes unas enormes ojeras.
- No tengo ánimos para maquillarme, además, iré al trabajo no a una fiesta - dijo para después darle un mordisco a su tostada.
- Vas a asustar a los pacientes - bromeó su amiga y Kaia rodó los ojos. - Cambiando de tema, ¿cuando le avisarás a tus padres sobre el asunto de Levi?
La muchacha soltó un suspiro.
- Nisiquiera me lo recuerdes, estaban emocionados por la boda. - respondió - Y papá creía que Levi era el chico indicado, lo aprecia mucho, lo conoce desde que era un niño.
- Eso no le quita lo idiota. - dijo su amiga.
- Lo sé. Los llamaré más tarde para avisarles.
La familia de Kaia era una de esas familias reservadas y estrictas, asistían a la iglesia y las habían educado de una forma que ellos llamaban ''correcta y adecuada'', Levi vivía en la misma calle donde vivían ellos, se conocian desde muy pequeños y su padre siempre quiso que Kaia estuviera con Él. Le incomodaba hablar del tema con sus padres por el simple hecho de que tenían la creencia de que sus hijas debían casarse con el primer novio que tuvieran, nada de estar probando de chico en chico, debía ser uno solo y ya. Y tenía miedo de decepcionarlos aunque sabía que no era su culpa. Sus padres tenían una mentalidad muy antigua, lo sabía pero no podía hacer nada más que intentar seguir sus reglas y aún con sus veinticinco años lo hacía, tenían el poder de controlarla aún.
