-ZERO!

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CAPÍTULO CERO;
(REGRESÓ)

        LOS NERVIOS LA CONSUMÍAN POR DENTRO mientras miraba los paisajes por los que pasaba el tren, paisajes que Marianne creyó nunca volver a ver

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        LOS NERVIOS LA CONSUMÍAN POR DENTRO mientras miraba los paisajes por los que pasaba el tren, paisajes que Marianne creyó nunca volver a ver. Era todo tan verde y pacífico comparado con la pequeña ciudad donde ahora vivían.

No paraba de arreglar su vestido color rosado, de sacudirlo y estirarlo para evitar las arrugas. Todas sus acciones gritaban nervios a más no poder. Durante esos tres años que había estado afuera de Avonlea había pasado los peores años de su vida, no tenía amigos y extrañaba toda su vida en las afueras de la ciudad.

Extrañaba a todos sus amigos, a su abuela y la importancia que tenía su familia en el pueblo. Y durante esos tres años no hizo más que dirigírsele a su madre y a su padrastro de forma cortante, para demostrarles su desacuerdo.

— ¿Creen que Gilbert me recuerde? —dijo la rubia, ella se había encariñado demasiado con Gilbert. Ya que solía ir a almorzar, junto con su padre, a la mansión de los Blossom.

— No lo creo. —dijo la castaña aún jugado con su vestido, causando que su mamá le pegara en la nuca.— No me respondió ninguna de mis cartas, si lo hubiera hecho le diría que si.

— Haz silencio, Cosette. —dijo su madre en un susurro, sus familiares solían llamarles por su segundo nombre.— Juliette, la abuela se ha encargado de invitarlos a cenar. —dejó de ver a la mayor para ahora pegar sus ojos en la rubia.— Y nadie nunca se ha olvidado de un Blossom.

— Eso estamos por verlo. —la castaña mayor le repitió el golpe, como advertencia a que se callara. Ya que estaban a menos de dos minutos de llegar.

Apenas llegó todo estaba exactamente como lo habían dejado. Era como si el tiempo en Avonlea simplemente se hubiera detenido, incluso el cerezo de flores blancas seguía en el mismo lugar que antes.























APENAS LLEGARON A LA GRAN CASA de su abuela ella los recibió con un gran abrazo, el único que les había dado en mucho tiempo. También se presentó con el inglés, intentando ser lo más cortes posible, cosa que aterraba a Marianne. Su abuela siendo amable daba más miedo que cualquier criatura.

— Les deje un traje nuevo en sus habitaciones. —dijo la mayor acomodándose su vestido.— Vamos a comer en la casa de los Blythe, apúrense.

Marianne se cambió a regañadientes, Gilbert, quien solía ser su mejor amigo no le había contestado su carta de despedida. Ni sus múltiples cartas de cumpleaños, tenía completo derecho a estar enojada con el.

Cuando se vio al espejo de su habitación se veía hermosa, aquel vestido color lila la favorecía completamente. Sin embargo, como muy pocas veces, no se sentía bien con su aspecto.

— Te ves espléndida. —la voz de su hermanastro la hizo sobresaltar. Haciendo que él soltara una carcajada.

— ¿Lo dices por cortesía o en serio? —preguntó mientras se colocaba el lazo del mismo color en su cabello.

— Sabes que si estuvieras horrenda te lo diría. —dijo el castaño, haciendo que ella volteara los ojos. Era completamente cierto.— Si al tonto ese no le gusta tu aspecto debe estar completamente ciego.

— Gracias, Tom. —dijo volteándose hacia donde estaba el mayor.— ¿vamos?

PRETTY GIRL||.                                  g. blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora