Capítulo - 3 - CONTAMINACIÓN

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Los cirujanos se siguen mirando entre sí mientras Gerardo comprime el fláccido corazón rápidamente con su mano derecha.

-118 "Gera", vas bien, no te me vayas a cansar. -le dice Vallarta.

-Tiene la otra mano. -interviene Velasco- ¡Eso del "paso de la muerte" le sale muy bien!

-Ja ja ja.

En eso se escucha un murmullo de voces alteradas fuera de la sala de operaciones. No logran identificar lo que dicen, solo que parecen voces de mujeres en medio de una discusión. 

-¡Se estarán peleando sus compañeras? -pregunta Sánchez a Rosi.

-¡No te distraigas cabrón! -lo reprime Presto. -Tú a lo tuyo. -y Gerardo vuelve a poner atención a las compresiones.

Mientras tanto las voces se han venido acercando por el pasillo y aunque no lo desee, el equipo quirúrgico interrumpe la concentración para ponerles atención.

-Le voy a pasar otro mg. de epinefrina. -"Canta" Vallarta la dosis, desviando la atención de las voces externas. -Llevamos dos. Ve preparando amiodarona 300 mg. Mary. 

-Sí doctora. -contesta Mary, la morena circulante cuyas grandes "bubis" levantan su filipina azul casi tapándole la vista.

-Parece la voz de la jefa Tachas... -dice Rosi. -Pero la otra... no sé quién es. -se encoge de hombros.

-¡Quién más está de guardia hoy? -pregunta Velasco dándole vueltas a su ombligo con el dedo a través de la bata.

-De mujeres solo Mary y yo, pero aquí estamos, los demás son hombres y como no había cirugía los mandaron a CEyE a preparar bultos de ropa quirúrgica.

-¡Es que te manchaste babosa! -grita una voz ya con más claridad en el pasillo. -¡Por qué no me avisaste cuál paciente era antes de entrar?

-¡Porque nunca te digo eso Artur, nunca me lo has preguntado!

-¿Artur? -dice Rosi reprimiendo una risita. -¡Es hombre!

-Bueno... casi. -contesta Rulo Presto también riendo. -Habla como mujer, ¿No?

-¡Pero ahora sí era importante, pendeja! -siguen discutiendo afuera del quirófano.

-¿Y, yo cómo iba a saber, Güey?

-¿Cuál Artur? Debe ser alguien conocido de la Jefa Tachas, porque se hablan con mucha confianza. -susurra Rosi.

-¿A ver, dime, cómo?

-Pues... Pues... ¡Aaassh... A esa Lulú la voy a matar! ¡Está bien pendeja!

-¿Ya ves? Nunca te digo, solo te aviso, "Una sala contaminada" y ya tu vienes y tomas los cultivos, que todavía no sé porqué vienes en la noche, ¿Por qué no confías en nosotras? Y no le eches la culpa a tus ayudantes.

-¡Ah, ya sé! -exclama la anestesióloga Vallarta, aunque hablando bajito, como en secreto. -Es Artur Montevenero, el jefe de Infectología... ¡Si ya te cansaste, que te ayuden Gerardo! -comenta ahora  a volumen normal, siguiendo con la cirugía.

-No, todavía puedo.

-Tiene bien entrenada la mano -interviene Velasco logrando vérsele la sonrisa al inflar sus redondos cachetes mientras hace una seña obscena subiendo y bajando su mano derecha semicerrada.

-Sí cabrón, pero la entreno con el sexo femenino; no que tu... ¡Pura chaqueta!

-¡Dale güey!, ¡No me lo distraigan! Ya se está tardando mucho este George.  ¡'Ora pinche George! -Presto le da una palmada en el hombro al paciente sobre los azules  campos estériles. -¿Ya se te acabaron las ganas de vivir? ¿O te da miedo regresar con tu vieja, o qué? 

AZUL PRIAPISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora