Adiós mariposita

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-¡Marinette date prisa!

- ¡Ya voy Mami!

Marinette bajó las escaleras a prisa sujetando su cabello en una coleta y entró a la cocina del restaurante.

- Lava bien tus manos y cubrete esa cara.

- Si Mami. Ya lo sé.

Respondió con fastidio

- Marinette, mi niña...
No lo tomes a la ligera.
Un día podrás ser libre de mostrarte pero no aquí.
No quisiera que...

Sabinne madre de la joven la tomaba de las manos con una expresión de angustia.
Sabía que varias familias habían sido castigadas con la pérdida de una hija para ser esclavas del regente y ella no quería ese destino para su hija que además de joven era muy bella y gentil.

- Si Mami, lo sé , disculpa.

Marinette se cubrió media cara con una mascarilla y un espeso fleco desviaba la atención de sus peculiares orbes azules.
Su cuerpo desarrollado era disimulado por una bata holgada y un mandil recto que escondían su belleza.

Nadie parecía interesado en aquella joven que de día a noche servía en aquel pequeño restaurante junto con su madre y eso tranquilizaba a ambas.

El día terminaba y madre e hija limpiaban el lugar.

- ¡¡Sacaré la basura!!

Tras el restaurante Marinette arrastraba las bolsas de desechos y alimentaba con las sobras a una familia de gatos.

- Recuerden que ningún ratón debe entrar ¿entendido?

El pelo de los felinos la hizo estornudar repetidas veces y se descubrio el rostro para limpiarse pero la alergia no se detuvo.

- Ahora estoy toda sucia.

La chica se quitó el mandil para limpiarlo y se puso de pie sin percatarse de la presencia de un joven.

- Buenas noches señorita.

Marinette se apresuró para volver adentro pero el joven le cerró el paso.

- No pretendo asustarla solo me preguntaba si aún tiene servicio.

- ¡No! , ya... cerramos, si me disculpa.

Aquel joven se le acercó invasivamente mirándola directo a los ojos.

- Es usted muy hermosa. Mas que cualquier otra chica del pueblo o de los alrededores.

- Aléjese o grito

Tomando distancia el joven se despidió y le dijo unas palabras que parecían mas una advertencia.

-Volveré mañana señorita.

La joven asustada se apresuró a entrar cerrando la puerta.

- ¿Todo bien Marinette?

- Si Mami, esque había unos gatos y su pelo me causó estornudos, voy a lavarme.

Sabinne se acercó notando algo raro en su hija.

- ¿Alguien te vio Marinette?

-... No Mami.
Me descubrí al entrar.

Un abrazo reconforto a la joven que correspondió.

- Pronto tendremos suficiente para irnos lejos y no volverás a ocultarte.

- Lo entiendo mami. Gracias.

- Ve a dormir.

La noche oscura caia y Sabinne entró al cuarto de su hija que dormía plácidamente.

Miss DiscordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora