Capitulo Dos

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William reprendió a sus lágrimas por salir. Odiaba su debilidad.

¿Por qué no podía ser feroz como Louis, el hombre que amaba? Nunca había sido del tipo fuerte, y odiaba eso. No importa lo mucho que lo intentara, las lágrimas siempre llegaban en situaciones estresantes.

―Por favor ―susurró a Louis.

Él no quería que este hombre apuesto conociese algo de lo que se avergonzaba. Estaría devastado si Louis se lo dijera. Él había luchado contra los demonios que lo atormentaban en los últimos cuatro años y no quería que volvieran a resurgir.

Todo el mundo en la casa los aceptaba. Nunca hablaban de lo que les ocurrió hace ya tanto tiempo. William quería olvidarlo, dejarlo atrás, pero Louis estaba a punto de confesarlo.

William no podía soportar ver el disgusto en el rostro del hombre guapo. Le gustaba. Algo en su interior le dijo que podía confiar en Harry. Que el hombre sentado frente a él, lo mantendría a salvo.

Pero compartir su vergüenza era algo que no estaba dispuesto a hacer.

Dejó escapar un suspiro de alivio cuando Louis asintió con la cabeza, diciéndole a William que no iba a decir nada más.

William tragó saliva cuando los ojos del increíble hombre empezaron a brillar con un color rojo que daba miedo. Vio dos puntas afiladas descansando en el labio inferior del caballero.

―¿Quién te hirió? ―gruñó―. ¿Quién te hizo eso? ―Sus ojos fueron de Louis a William.

―Nadie ―se atragantó William.

Los ojos de Harry se suavizaron mientras lo miraba. William pudo sentir una vez más una sensación de protección saliendo de él en ondas, la misma sensación que tenía cuando Louis lo miraba.

Se debatía entre huir y descansar en el regazo del oscuro extraño. La segunda opción lo asustaba mucho. No había sentido nada igual hacia nadie que no fuese Louis, pero su amigo nunca lo sostendría de la forma que ansiaba.

Louis siempre ponía excusas cuando las cosas se volvían íntimas. William anhelaba el contacto de alguien que se preocupara por él.

El último contacto sexual que William había sentido, fue de los asquerosos americanos que lo habían secuestrado y hecho prostituirse, por lo que quería desesperadamente borrar ese vil recuerdo.

Pero Louis no quería borrarlo. Mantenía la distancia sexual, poniendo barreras entre ellos que William no podía echar abajo.

―Yo los puedo ayudar ―dijo Harry mientras los miraba a ambos―. Si me dejan hacerlo ―añadió.

―¿Cómo? ―preguntó Louis dubitativamente―. ¿Cómo tú ayudarnos?

William amaba la manera protectora en la que Louis siempre hablaba sobre él. Era siempre nosotros en vez de yo. Amaba eso de su amigo.

―¿Les gusta estar aquí? ―preguntó Harry según movía su mano para abarcar la gran casa.

―Es bien ―se encogió de hombros Louis. William no estaba seguro de qué iba la conversación. Se había perdido. Lo único que seguía era la mirada de pura compasión en los ojos verde esmeralda, ojos que iban de él a Louis.

―Yo tengo una gran casa ―les sonrió Harry a ambos―, y serán bienvenidos si quieren ir allí.

Louis resopló. ―¿Por qué nosotros ir contigo? Nosotros no conocerte.

―Es verdad, pero podemos llegar a conocernos ―ofreció Harry.

William dio un paso atrás, sentándose en el sofá detrás de él.

LA AMENAZA DE HARRY| Larry Stylinson| AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora