Los días estaban pasando, veinte para ser exactos. El silencio en la casa le parecía aterrador, por eso es que cuando estaba solo encendía la radio y reproducía sus viejos discos una y otra vez durante el día. No se estaba acostumbrando a la idea de no tener a Gerard en su casa, simplemente quería aparentar estabilidad para que Frankie se sintiera bien en casa.
Sabía que aquel pequeño bebé extrañaba a su, um, ¿padre? Bien, no lo era realmente pero estuvo con él desde el inicio de su vida y merecía el titulo. Así que trataba de hablarle de Gerard todo el tiempo, cuando le cambiaba el pañal, cuando le preparaba su biberón, cuando lo bañaba, cuando lo arrullaba. Le inventaba historias, le decía que llegaría en cualquier momento, que estaba trabajando, que le daría un enorme beso en la frente cuando llegara.
A veces terminaba llorando porque deseaba que esas mentiras fuesen verdad y se quedaba horas en la habitación que una vez ocupó, acostado en la cama, intentando inhalar lo poco del aroma a Gerard que seguía guardando la almohada.
Las personas a su alrededor se preocupaban por mantener su mente despejada. Su madre los llevó a él y a Frankie a un parque fuera de la ciudad dos veces. Emanuel iba a visitarlo un día si y un día no, se quedaba charlando con él unas cuantas horas, le recomendaba libros, películas, incluso música. Le llevó un cuaderno de dibujo y múltiples lápices de colores, decía que eso ayudaba mucho a relajarse y a olvidar las penas. Incluso lo obligo a que bajaran al sótano por la guitarra de Frank de cuando era adolescente y lo retó a que compusiera una canción con todos sus sentimientos impregnados en ella. No llevaba nada de la canción, pero si dibujó muchas cosas, no eran impresionantes ni siquiera bellas, eran todos los demonios de Frank plasmados en hojas de papel, a Emanuel le fascinaron, incluso soltó unas lágrimas cuando vio un dibujo donde se apreciaban Gerard, el bebé y Frank juntos encerrados en una botella de vidrio.
La vida después de Gerard era difícil, pero en el fondo sabía que no iba a sentirse así por siempre, quería creer que lo encontraría, que regresaría, que volverían a tener una oportunidad, otra historia lejos de las mentiras. Se sentía bien creer, porque de pronto se sorprendía a si mismo anhelándolo con la vista perdida en la ventana y no podía evitar sonreír.
Frank estaba aspirando la alfombra de la sala cuando escuchó unos golpes en la puerta, dejó su labor y bajo solo un poco el volumen de AC/DC sonando en su radio. Abrió encontrándose con Max y no pudo evitar saltar en su lugar. No quiso actuar de ninguna manera así que solamente se hizo a un lado para dejarlo pasar.
-¿Hola Frank? – Habló Max. Frank le dedicó una mirada luego suspiró y se sentaron en la sala.
-Hola...- susurró.
-¿Cómo estás? – Suspiró pesadamente al ver que Frank no respondería.- Sé que él se fue...
Frank levantó la mirada, chocando con los azulados ojos de Max. Negó lentamente y cerró los ojos. Quería llorar.
-¿Cómo lo supiste? – dijo con dificultad.
-Fui a la tienda donde trabajaba y me dijeron que se había ido...-
-¿Viniste aquí para burlarte de mí? – Max se sorprendió ante el comentario y negó rápidamente.-¡Lo sabía! – Escondió el rostro entre sus manos y se soltó a sollozar.
-Frank...- dijo triste.- Me duele mucho que pienses que yo haría algo así... es como si en los diez años de mi vida que compartí contigo realmente no me hubieras conocido nada. ¿Cómo crees que yo me voy a burlar de ti, si estas sufriendo?, y aunque no lo estuvieras haciendo, te amo y estoy aquí para apoyarte... por eso es que he venido...
El silencio se apoderó rápidamente de la atmosfera, ni un solo movimiento se llevó a cabo hasta que Frank se recargó en el respaldo del sillón, dejando caer ambos brazos a sus costados, cerró los ojos con fuerza y Max no supo qué hacer.
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Después de un Suicidio - Frerard / 2018
Fiksi Penggemar¿Qué hace un padre cuando se suicida su hijo? Frank ya no quería seguir viviendo, pero la vida le dio dos razones para continuar; tiene que encontrar la verdad y tiene que amar.