Me giré y allí estaban Marc y los babosos de sus amigos.
-¿Marc? ¿Que haces tú aquí? -pregunté.
-Lo que se suele hacer en los centros comerciales..
-¿Pero no estabais en casa jugando a vuestros estúpidos juegos?
-Si, pero mamá y papá decidieron hacer pasteles y nos fuimos antes de que nos obligaran a ser sus ayudantes de cocina. -dijo riéndose.
-Estoy deseando que llegue la hora de la cena, todos sabemos que los pasteles de nuestros padres son demasiado sabrosos.
Marc iba hablar, cuando Chad, uno de los mejores amigos de mi hermano, intervino.
-Oye guapa, ¿y como haces para tener ese tipazo teniendote que enfretar a las ricas comidas de tus padres? -me dijo mientras me guillaba un ojo.
Marc le mandó una mirada asesina. La verdad es que yo era bastante delgadita, tenía los ojos de un color marrón verdoso y mi media melena era de un bonito color castaño. Los chicos solían decir que era preciosa pero a diferencia de muchas otras, yo no me creía una diva.
Chad, al ver la reacción de mi hermano, retrocedió unos pasos hasta donde estaban sus amigos, fingiendo no haber dicho nada.
-Bueno enana, ¿a quién buscabas antes de qué llegásemos nosotros? -se interesó mi hermano.
-Seguramente me buscaba a mí -dijo Jess a mi espalda.
No podía creerme lo que estaba pasando. ¿Desde cuando estaba Jess detrás mía?
-¿Que haces tú aquí? -le pregunté a Jess sorprendida.
-Me había olvidado de esto. -dijo señalando una mochila que estaba a mi derecha, apoyada contra una columna- Venía recogerla cuando os oí y supuse que me buscabas a mí por nuestra conversación de hace un rato.
-¿Y tú quién eres? -preguntó mi hermano de forma muy borde.
-Soy un viejo conocido de tu hermana, pero lamentablemente, ella no se acuerda de mí.. -dijo Jess fingiendo estar ofendido.
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No todo es dolor.
RomanceMay se había tenido que enfrentar al momento más duro de su vida, el perder a un ser querido. Un día, el destino quiso que conociera en el peor de los lugares a Jess Harper, un idiota y atractivo chico, que cambiaría completamente todo su mundo.