Hace mas de un mes que me encuentro encerrada entre las paredes de mi casa. Y si bien no puedo esperar por salir, entre todo esto; no puedo dejar de preguntarme ¿quién soy? ¿la persona que era antes de todo esto me agradaba? Me replanteo constantemente que puedo aprender de todo esto. Después de haberme dado cuenta que soy mi peor enemigo; así como también el darme cuenta como humanos, tantas veces nos creemos invencible, cuan frágiles somos, cuan indefinido es nuestro destino. El tiempo pasa, y no nos espera, ni se detiene. Esta vez no puedo huir de mi cabeza, no puedo huir de la realidad. Entonces ¿por qué no puedo estar sola conmigo misma? Siempre hay alguna pregunta o algo que me cuestiono constantemente. Porque hay una parte de mí, que hace, que no encuentre mi propósito, y estoy cansada de sentirme vacía. A veces siento que perdí la fe, a veces me juzgo mucho, muchas otras no me acepto, otras tengo tanto miedo a fallar, a todo lo que mis ideales me han llevado a luchar, a todo lo que me lleva a pensar que nunca alcanzo. Me pregunto con frecuencia ¿qué es la felicidad? Es que a veces me siento tan completa y otras tan vacía. Me digo y me dicen que tengo que dejar de autoexigirme, de culparme por cosas que no son mi culpa. De sentirme insuficiente y de tener miedo a que me lastimen un poco más, a veces parece fácil, otras un calvario contra mí misma. Siempre le digo a todos que tienen que ser felices y mi problema es, que yo, jamás fui feliz y no sé cómo serlo, nunca lo supe, aunque, lo intentó. Sonrió tan falsamente que duele, pero no puedo explicarlo y tengo miedo a que me sigan rechazando, tengo miedo a no ser lo que los demás esperen que sea, aunque sepa que está mal. A nadie nos gusta sentirnos excluidos e infelices. Me dijeron que tengo que dejar de escribir sobre el dolor, pero es lo único que no ah abandonado a lo largo de estos años. Todos saben, que tengo que hacer para ser feliz. Excepto yo, que el 90% del tiempo tengo un dolor indescriptible en el alma, que no sé ni cómo, ni cuándo se va a ir y me va soltar de todo, de la incertidumbre, de los vicios que me acarrean más pesar, de vivir saboteándome, porque tampoco me creo merecedora de nada; de todo lo que sé que me tira para atrás. Me siento sola, aunque a mi alrededor hay buenas personas; no puedo desahogarme, no puedo decir la verdad de lo que verdaderamente hay atrás de mí. Entonces escucho, lo consecuente, lo que todos creen que saben sobre mí, pero en realidad, no saben nada. Sobrevivir jamás es lo mismo que vivir, me lo digo todos los días, que somos lo que hacemos con lo que hicieron con nosotros. Donde busco mi norte y corro hacia él, aunque aún me siento en el sur, la alexitimia no le da lugar a las palabras, para que pudiera atreverme a decir como verdadera me siento adentro. Tengo miedo a decir que tengo miedo, que estoy asustada, la catarsis se hace constante mientras en el suelo, creo o lucho por ser inmarcesible mientras en reiteradas ocasiones me siento sin salida; las mil veces que me prometí que nunca nada iba a ser tan malo, como para querer rendirme, lo cierto es que con frecuencia trato de olvidar que muy frecuentemente está en mi cabeza. Pero a veces todo está tan roto que no podes continuar, no importa cuánto lo intente, siempre vuelvo al punto de partida, donde me escapo de todo, donde me aisló, donde lo único que espero es un abrazo sin tantas preguntas, sin sentirme culpable de estar como estoy y tener que decirlo sin creerme molestia, sin creer que canso a todos, hasta a mí. No puedo salvarme yo sola, nunca pude, pero tampoco sé cómo hacer que me noten. Y vuelvo a los círculos viciosos que me destruyen, todavía hay una parte de mi que me hace creer que alguien va a quedarse a pesar de, que alguien me va a salvar de mi misma, antes que sea demasiado tarde y el problema es que a los desastres como yo, tarde o temprano, no hay quien no se de por vencido, no importa cuan realmente desee lo contrario y esta bien, yo también correría de mi, lo mas lejos que pudiese, pero no puedo.