Viento.

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Inmersa en la más apacible tranquilidad, sentí mi contexto temblar temeroso. Todo a mi alrededor se vio revuelto por un fuerte viento.
Los árboles más débiles cayeron ante mi, al igual las hojas, que interceptadas por el otoño, habían sido teñidas de bronce.
Cada rincón fue removido con aquella brisa furiosa que amenazaba con convertirse en tornado.
No voy a negar que mis pequeñas hojas temblaron un poco, pero siempre confíe en mis raíces.
Sin darme cuenta mi cuerpo entero comenzó a bailar dejándose llevar por las suaves caricias del mismo soplo que derrumbaba muros enteros.
Su presencia contenía aromas a pino y flores silvestres, traidos directamente de la montaña más alta.
¡Qué irónico! Aquél ente culpable de tantos destrozos, era también el responsable de hacer que las olas se mezcan y las hojas hagan de sonajero para hacerme dormir con su sonido.
Aprendí que una misma nube puede darte frío y salvarte de quemarte con el sol, dependiendo de los ojos con los que la veas.
Y un fuerte viento puede desordenarte todo, o ayudar a tu mente a volar.

Secretos de la tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora