Capítulo 3: El paso.

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-¿Hablaste con tu madre? -pregunto cuando lo veo dejar el móvil.

-Sí -responde sentándose a la mesa para seguir desayunando conmigo.

- ¿Y qué tal?

-Las cosas por allá están más tranquilas que acá, creo que va a tardar en llegar.

- ¿Estás preocupado?-indago aún sabiendo de sobra la respuesta.

-Sí, bastante -me confirma bajando la cabeza.

No me puedo imaginar lo que está sintiendo. Cuando toda esta locura estalló, yo ya había decidido quedarme en el centro para no arriesgar a mi familia, pero él tiene la suya a millones de kilómetros. Mi estómago se hunde al verlo tan indefenso.

-¿Hay alguien con ella?

-Mi hermana está ahí, no le falta nada, tranquila.

Suspira triste, y tomo su mano.

-Sabes que puedes contar conmigo -digo, dedicándole una cálida sonrisa.

Sebastián aprieta mi mano con cariño.

-Ya sé y no sabés cuánto agradezco el tenerte.

ㅤMi compañero de piso es argentino. Lleva casi un año girando por aquí pero toda su familia está en su país, y sé que la sangre le tira, porque siempre me cuenta lo unidos que son. Así que llevo meses intentando convencerlo de que me deje pagarle el viaje para visitarlos pero orgulloso como es, no deja que lo haga. En realidad, lo entiendo, porque yo soy idéntica a él. No dejo que me regalen nada, quiero ganármelo todo yo sola. Por eso lo dejo ser. Pero ahora, con toda esta mierda pasando, me arrepiento de no haber podido convencerlo.

- ¿Qué pasó con Alba, al final? -pregunta de repente, como si nada, mientras lavamos lo que usamos.

No me sorprende su naturalidad al hacerme esta pregunta. Sebastián es, aquí en Madrid, mi más fiel confidente. Lo sabe todo, de principio a fin, porque aunque tengo a mis amigos de toda la vida, ellos no viven conmigo. Fue la convivencia la que forjó lazos muy estrechos.

-Soñé que me escribía -confieso, carcajeándome.

-Tiene sentido -dice riéndose a medias.

-Estoy quedando loca, dilo.

-No, no lo estás -suspira fingiendo cansancio -la extrañas.

-Eso no fue lo que dije -me defiendo instantáneamente.

-No hace falta, Nat.

-Vale sí, la extraño -admito sentándome en frente suyo mientras él termina de acomodar lo que queda -pero entiendo que no podíamos seguir así como estábamos. No era sano para ninguna de las dos.

-Eso no quiere decir que no la extrañes, que no se sigan pensando, que no se sigan buscando...

- ¿Me quieres contar algo? -pregunto curiosa.

Tiene ese tono en la voz, ese que usa cuando tiene alguna novedad.

- ¿Sabes que tiene tu EP en bucle desde que salió?

Me río.

-Algo me ha llegado...

-Esa canción justamente...

-"ya te vas" -termino su frase sin saber qué cara poner -a ver, lo he visto en Twitter.

- ¿Sabe que va para ella?

Mi corazón pide un respiro, pero mi cabeza se esfuerza en mostrarse superada. Qué fastidio.

-No... yo... la hice después de...

el amor después del amor | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora