10• Blond.

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Cada día que pasaba, cada noche que caía Heska y Blå se miraban más, Barnaba era tan conformista que le bastaba con eso y Heska estaba más cerca de su matrimonio. El rubio esperaba que su jefe le invitara a salir nuevamente, pero ya había pasado más de un mes de su último encuentro fuera de Orange y no había ocurrido nada, sólo unos pocos cruces de palabras en su lugar de trabajo, nada más.

Quería hablarle, miaraba su número telefónico y deseaba marcarle, pero sabía que si aquel hombre no le daba su atención como meses atrás lo hizo, no haría nada. Heska pasaba menos tiempo en su oficina y estaba más unido a Leela de lo normal, su boda sería en unos días y seguramente estaría acomodando todo.

Se dio cuenta de que su jefe, más bien al Heska que conoció ya no era el mismo, lo notó cuando Theo recibió la invitación a la boda y él no; pero era obvio, después de todo él no significaba nada para Heska y mucho menos para Leela. Aunque días antes había cruzado unos saludos con él, pero nada más, eso había sido todo luego de aquel día.

Estaba enfocado en sus estudios y en su trabajo, sabiendo lo difícil que era no pensar en la boda; todos hablaban de ella y obvio, Theodore le diseñó el hermoso vestido a Leela. Aún así hacía su mayor esfuerzo para que aquello no le terminase afectando.

Así pasaron los días del rubio hasta que llegó un día antes de la boda de su jefe, fue a trabajar en la tarde como siempre y para su sorpresa se encontró con Heska hablando con alguien por telefono al pie de las escaleras; su corazón dio un brinco y trató de ocultar sus emociones, siguió subiendo y se encontró con la mirada de su jefe. El pelinegro cortó su llamada y guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón, se acercó a él rápidamente impidiéndole entrar.

—Hola, Barnaba —saludó amigable.

Blå no tuvo otra opción que subir su rostro y mirarlo a la cara mostrando amabilidad, cuando lo que quería era besarlo en realidad.

—Hola.

—¿Todo bien, chico? —le preguntó.

—Sí, ¿todo bien contigo? —trató de sonar lo más relajado.

—Mañana me caso no estoy nada relajado, pero todo bien.

Escuchar eso sonó como mil disparos atravesándolo en el pecho, por qué tenía que haberle dicho eso; Blå se quedó en silencio no sabía que decirle sinceramente.

—Oye le contaste a alguien de, bueno ya sabes...

—¡No! —respondió rápidamente, sonrojándose del subido tono de su voz.

Barnaba no le había contado a nadie, ¿por qué alguien tendría que saberlo? Quería guardarse el bonito y único que recuerdo que tenía con él. No lo compartiría con nadie.

Heska le sonrió y lo miró, como si detellara cada rasgo de su rostro, como si pensara algo; se sintió indefenso ante esos ojos que se clavaban en él, le encantaba pero también le asustaba.

—Bueno, me voy —dijo pronto para irse de allí—. Theodore debe estar esperando.

—Hasta pronto, Blå —Heska le palmeó el hombro izquierdo y lo acarició. ¿Lo acarició?

Salió caminando con pasos apresurados lejos de su presencia, se fue hasta los baños para empleados para pensar. ¿Qué había sido todo eso? ¿Estaba confundiendo amabilidad con coqueteo?

Heska lo consiguió en algún tipo de camino, lo hacía sentir de una manera a la que no estaba acostumbrado, donde no sabía que decir y sabía que no debería pensar en eso, dejarse llevar; como cuando tomó una puta mirada de sus ojos y quería saber el sabor de su boca. Por lo general Blå no era un regalado, pero podía sentir que Heska sabía que él pensaba en eso.

Huellas de Amor Traicionado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora