capítulo 1

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Todo comienza con un pequeño niño de nueve años. Su vida era normal, no tenía grandes lujos, pero su padre trabajaba duro para darle lo mejor, su madre lo adoraba y, trataba de darle todo el amor posible, la perfección de una vida simple en donde cualquier pequeño puede sentirse seguro y amado. Creo que fue en los únicos años de su vida, que supo lo es la verdadera felicidad.

Pero hoy, tiene veinte años, y su inocencia se fue de su mente hace tiempo, su vida se perdió la noche que sus padres se alejaron de él, sueños arrancados cruelmente de su pequeño corazón, sentimientos muertos en cuestión de minutos, marcas que quedaron en su ser a flor de piel.

Vivía en un barrio peligroso, muy humilde, donde es mejor cuidarse a cada paso, pero él, siendo tan pequeño, ignoraba todo esto, no existían peligros que lo dañaran, ya que los suaves brazos de su madre siempre lo protegían de todo mal, jamás sintió el miedo de estar solo, jamás supo lo que era el dolor.

Una tarde, volvía de la escuela con una gran sonrisa, era el día de su cumpleaños número diez, y su padre le dijo que tenía una gran sorpresa para él. La ansiedad aumentaba con cada peso apresurado que daba, pero al llegar a su casa, la puerta estaba rota, entro lentamente, los nervios se hicieron presentes y al escuchar los gritos supo que algo no estaba bien, se oculto para no ser descubierto y encontrar esa terrible voz exaltada que hacía eco dentro de su humilde casa. Su cuerpo era pequeño, no tenía problemas en deslizarse de manera silenciosa y sin ser visto, hasta llegar a sus dulces ojos esa escena que marcaría su alma desde su presente hacia su futuro.

Su padre estaba atado en una silla, sus ojos apenas podían estar abiertos a causa de los golpes, la sangre cubría todo su rostro, sin dejar de brotar. Un hombre estaba parado frente a el, - ¡Nos debes dinero, y lo sabes!-grito, dándole un fuerte golpe, haciendo que el suelo le tiñera aún más del liquido rojo.

Cerro sus ojos, con la esperanza que solo fuera un mal sueño, del cual despertaría en cualquier segundo, apretó sus puños hasta sentir el dolor de la realidad, no soñaba, esto en verdad estaba pasando, la rabia le llenaba el alma, pero solo era un niño ¿Qué podía hacer por su padre?, estaba asustado su pequeño cuerpo temblaba, pero no quería quedarse sin hacer nada. Su padre callo al suelo. Aunque lo intentó, no pudo moverse de su escondite, estaba aterrorizado. Aquél hombre que le dio la vida, su gran héroe, ahora estaba indefenso en el suelo, atado con sangre brotando en cada parte de su rostro. Quiso acercarse, pero su padre pude verlo asomando su rostro tras la pared a espaldas de su atacante, pero un simple moviendo negativo del hombre en el suelo, le hizo entender, debía ocultarse. Esa imagen, esa pequeña mueca, una pequeña sonrisa, diciendo en silencio a su pequeño hijo ¨todo esta bien, no temas¨.

-No tengo dinero-dijo con dificultad, llamando la atención de aquel agresor que casi voltea y descubre a su pequeño. Esto no era lo que aquel sujeto esperaba escuchar, su rabia fue aun más profunda.

Esos ojos negros tan vacíos, llenos de rabia, observaban con asco y desprecio a su víctima -Esto se termina ahora-Saco un arma, apuntó directo a su cabeza deseando ya acabar de una vez con la molestia de ver la cara de tan patético ser. Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios y disparó, terminando con la luz de vida de un padre amoroso -Ya no nos debes nada-Dijo guardando la pistola en su cintura, para luego sacar un pequeño pañuelo blanco con el cual limpio una pequeña mancha de sangre que había salpicado su rostro –Maldito infeliz- dijo para luego escupir el cuerpo sin vida que yacía a sus pies.

Cada segundo de lo ocurrido se grabo en la mente de aquel niño, quien estaba inerte, con sus ojos llenos de lágrimas. Tapo su boca para evitar que un grito desgarrador saliera de ellos. Siguió a aquel asesino con la mirada hasta que un segundo estruendo se escucho.

-Bien el trabajo ya está terminado muchachos- dijo aquel hombre- ya vámonos de este asqueroso lugar- así como llego, se fue seguido por otros dos, pero jamás se percató, que alguien lo observaba lleno de odio copiando cada centímetro de su rostro en sus recuerdo.

Se levanto con dificultad, salió de aquel escondite, camino hacia su padre sin dejar de llorar, se quedo unos minutos a su lado, hasta que algo reacciono en su mente, su madre, al reaccionar a esto corrió lo mas rápido que pudo hasta llegar a la cocina.

No podía ser, como es que existían seres con tanta maldad en este mundo, su madre estaba amarrada en una silla con una media en la boca, su ropa estaba desgarrada y un hueco en su frente confirmaba el lugar del disparo, camino lentamente hacia ella.

-No- dijo en un tono desgarrador, mientras sus ojos soltaban el doble de lágrimas -ma...má- la voz le temblaba. Dejó caer su pequeño cuerpo junto al cadáver de si progenitora agachando la mirada, comenzó a golpear el suelo una y otra vez- No puedes- alzaba su tono cada vez más-No puedes morir- hasta que desato todo su dolor-¡mamá!-fue escuchado por varios vecinos, su llanto fue tan fuerte tan profundo, que sus cuerdas vocales llegaron a su límite, tanto odio, tanto sufrimiento expresado en un interminable grito.

Cuando llego la policía, encontraron dos cuerpos sin vida, y un pequeño, sentado en el suelo, cerca del cuerpo de su madre, con los ojos rojos de llorar, pero que ya estaban secos, ya no había lágrimas, se sentía muerto en vida, ya nada le quedaba, estaba completamente solo.

-Pequeño ven con nosotros-dijo el policía, tomándolo de una mano, su cuerpo se movía, pero en su mente, el tiempo se detuvo.

Lo subieron a un auto, hasta que un hombre se acercó a él y le entregó un pequeño paquete-Creo que esto es tuyo, tu padre lo tenía en su bolsillo. Es justo que lo tengas-

Tomo aquel "obsequio" con sus manos temblorosas, y lentamente lo abrió. Dentro había una cadena de plata, con un dije de la letra "V", y una carta.

-"Hijo: Tu eres nuestro mayor tesoro. Tu madre y yo te amos, este es nuestro regalo, en honor a tus diez años de vida. Ya estas en camino a ser un hombre. La vida es difícil, pero nunca te rindas, lucha siempre, se que lo harás bien.

Este dije, representa quien eres, tú eres mi hijo, mi mayor logro. Vegeta.

Te amamos, mamá y papá"-

El auto arranco, no sabía que seria de él, pero lo supo, cundo llegaron a la puerta de un orfanato. Bajó, se coloco la cadena en el cuello, guardo la carta en un bolsillo y entró en aquel gran edificio. Ahora solo era un huérfano más.

Los años pasaron, se convirtió, en un joven frío, agresivo, orgulloso, rebelde, motivando su día a día, con el odio. Cuando cumplió la mayoría de edad, salió de su "prisión", como él le decía a aquel lugar -Por fin, fuera de este maldito orfanato-dijo tomando su bolso, para llevarlo a su hombro.

Caminó varias horas por aquellas arruinadas calles, su imagen llamaba mucho la atención. Llevaba un pantalón deportivo suelto, zapatillas también deportivas, una musculosa blanca, que marcaban los músculos de su cuerpo los cuales el se encargo de ejercitar todos esos años. Tenía alguna que otra cicatriz en el cuerpo, a causa de las peleas, que él mismo ocasionaba, su pelo, de color negro, elevado de una manera única. Sus ojos, eran oscuros, con una mirada bacía y penetrante. Pero lo que mas lo distinguía, era el tatuaje marcado en su nuca, de la letra "V".

Llego por fin, estaba en su casa, la que una vez fue su muerte, ahora seria su nueva vida, miles de recuerdos volvieron en un segundo, los ignoró. Dejó sus bolsos entre todo el desastre de la última vez que estuvo habitada, salió hacia la vereda de la calle, cruzo sus brazos y una sonrisa maléfica apareció en sus labio.-Es hora de hacer unos cambios por aquí. Este maldito barrio, sabrá muy bien quien es Vegeta.-

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