EL COMIENZO DE TODO.

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CAPITULO XI 🌹





­— ¿Estás seguro de lo que haces Jeon?

—La verdad es que no Jimin, solo no puedo evitar querer ayudarla, es todo.

—Lo entiendo y no te estoy juzgando solo me parece extraño de tu parte, últimamente has cambiado mucho. Pero si esto te ayuda en algo entonces adelante, algo bueno puede pasar.

—No empieces, en fin tengo que dejarte.


Finalice la llamada, tenía que desahogarme con alguien y que mejor que Park para el trabajo. Las juntas, Han, mi hotel y otros múltiples trabajos iban a volverme loco. Vi la hora que marcaba el reloj y ya era demasiado tarde, por más que quisiera quedarme había ahora una persona a mi cargo y pasar un día entero en una oficina para ella sería demasiado. Recogí mis cosas depositandolos en mi maletín, acomode todo en su lugar. Tras salir de mi oficina lo primero que me recibió fueron las risas de dos personas hablando amenamente en su pequeña oficina al aire libre, Susan y Bella parecían conocerse de toda la vida pues simpatizaron a la primera y no quiero ni imaginar las cosas que le habrá dicho de mí.

Carraspee—Susan ya puedes retirarte, le diré a Josep que te lleve hasta tu casa—ambas se levantaron mientras espere hasta que Susan tomara sus cosas, caminamos hacia el ascensor bajando al último piso, las puertas se abrieron dejando una desolada recepción. Nos despedimos de los guardias de seguridad hasta salir al estacionamiento.

—No es necesario que te molestes yo puedo tomar un taxi hasta casa—jamás acepta.

—No está a discusión, es demasiado tarde para que ande deambulando sola cuando puedo hacer que te lleven a casa—Jamás me ha gustado que me den un No por respuesta.

—Como tú ordenes Jeon—se despidió de Bella.

— ¿Conoces a Susan desde hace mucho?—tan curiosa como de costumbre.

—Es como de la familia, es amiga de mi madre desde su adolescencia—abrí la puerta del copiloto para ella.

—Sabes muy bien que no tienes que hacer eso, tengo dos brazos que funcionan de maravilla—las movió. Creo que no he conocido a una persona tan desesperante en mi vida.

—Solo entra—el estrés y su descaro era una mala combinación en estos momentos. Le vi rodar los ojos y sin rezongar entro.

El camino se hizo menos efímero y silencioso, era la primera vez que no me sentía tan solo de llegar a casa o incluso manejar. Por el borde mire a Bella quien miraba entretenidamente por la ventana de auto, éramos dos extraños que vivirían bajo el mismo techo. Los grandes portones se abrieron permitiéndome entrar hasta la entrada de mi hogar.

LA VIDA EN ROMA| JEON. JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora