El caos y la destrucción llegaron esa noche, quitándole la humanidad. El enfrentamiento constante del peligro, golpea su realidad. Los adictivos momentos quedaron marcados, mientras que los dulces, se borraron.
Adictiva a ti, a tu cuerpo, besos y c...
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8 de marzo de 2020. [Domingo]
Rebecca Novikova
Suelto un pesado suspiro. Me observó en el espejo unos momentos, mi reflejo me aborrece. Mi vestido plateado brillante ajustado al cuerpo extremadamente corto, el cual hace marcar mi cintura, un escote que hace resaltar mis pecho, y unas finas tiras plateadas lo mantienen en mi. Otro día en mi vida de mentira, otro día sola.
Mi cabello pelirrojo cae suelto, y mi maquillaje en simplemente censillo, delineador y rímel.
Preparándome para asistir a una estupida cena con gente hipócrita, y llena de avaricia. Era parte de la tradición llegar junto a ella, y que me presente a su nueva pareja.
—¿Lista?
Y hablando del diablo. Luce un vestido blanco con franjas negras y una gran falda. Su gran maquillaje hace que ruede los ojos, siempre tan exagerada.
Asiento en respuesta y tomo la chaqueña de cuero negra que me tiende. Tratado de hablar pero me pone su mano frente a mi cara intereumpiendome.
—Quiero que te comportes, nada de tus estupidas escenas. No quiero volver a ponerte un castigo.
Tomo asiento en mi cama para colocarme mis tacones de aguja negros. Sigue hablando sin parar de todas las reglas que tengo que cumplir.
—Me se todo las reglas a la perfección. Sonreír y comportarme o lo pagará el.
—Exacto mi niña. Como ya lo lleva pagando algunos meses.
Me paró quedando frente a esta. Estoy muy furiosa se desquite con una persona inocente. Ella no era así, ella era diferente.
—Quiero poder verlo. Tengo ese derecho y lo sabes perfectamente.
No quiero causar conflictos entre nosotros, debo manter a las dos de mi lado. Mi lado bueno siempre está presente cuando ella está conmigo.
—No.
—Teníamos un maldito trato. —suelto un grito exaltada —Y en meses ni una sola vez me has dejado acercarme.
Toma su cara en mis manos y aprieta fuertemente mis mejillas. En su mirada hay odio puro.
—Mi juego mis reglas, querida. Tus comportamientos en tu trabajo no son los adecuados y hasta que cambies eso, el trato será anulado.
—Ese hombre quizo sobrepasarse. No dejare que me toque.
Trabajaba para ella, o al menos eso le hacía creer. No dejare manipular tan fácilmente, fui criada por ella y se como funciona esto.
