Capítulo 1🌙

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1 de enero de 2020

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1 de enero de 2020. [ Miércoles]

Rebecca Novikova

Termino de un fuerte trago mi vaso de whisky, el alcohol viaja por mi garganta produciendome ardor y santificación.

Coloco el sello sobre el expediente, era un nuevo caso cerrado. Siendo una gran sastificación mezclada con felicidad al saber que nadie le podrá hacer daño a la chica, nunca más.

Mi trabajo era proteger y capturar a aquellos que les producen daño a las mujeres. Niñas, adolescentes, mujeres en general sufren constantemente de todo tipo de maltratos, tanto físicos como mentales y nadie las ayudaba. Yo lo hacía, con la dicha de saber que ya no vivirán lo mismo.

La puerta de abre suavemente y la cabellera rubia de Harry hace acto de presencia. Luce muy agitado, sus cabellos caen por su frente pegándose en ella, sus ojos verdes lucen sumamente rojos. Al parcer tubo un día demasiado agitado.

—Jefa. —arqueo una ceja—Alguien tratado de delatarnos. Lo encontramos con el bando enemigo. 

Preciono el vaso con fuerza en mi mano. Esos malditos inútiles creían que podían meterse conmigo, y salir ilesos.

—Sabes que hacer, Evans. Llévalo al salón de tortura.

El se marcha sin más, al mismo tiempo lanzo mi vaso contra la puerta, el cristal se estrella generando un horrible ruido.

Nadie se atrevía a meterse conmigo y salía ileso. Torturare a ese maldito bastardo que se atrevio a retarme. 

(...)

El hombre frente a la silla se retuerse, lo que es completamente en vano ya que estaba muy bien atado. Los moretones en su cara me decían que mis chicos hicieron bien su trabajo. Sonrio para mis adentros. 

Salgo de la cabina, lo cual era lo único que me dividía con el salon de la tortura. Un gran gran espejo me permitía observar el show.

Mis chicos se mueven dejándome pasar. El sonido de mis tacones lo alertan, a pasar de la situación una sonrisa burlona se planta en su rostro. Hijo de perra.

—Freya Novikova o mejor dicho, Rebecca Novikova. La princesa de fuego.

Lame sus labios, y me siento asqueada al sentir su mirada por todo mi cuerpo. No tendré piedad alguna con aquel hombre.

—Mason Leduc. Será un placer torturarte con mis propias manos.

Uno de mis más fuertes secuaces se deja llejar por la avaricia del bando enemigo. No sabe dónde se ha metido.

Chasequeo los dedos, una gran mesada con todo tipos de elementos para su tortura se posan a mi lado, desde los más finos cuchillos hasta el más fuerte veneno. Estoy entrenada para torturar hasta la muerte, justo como hare con el.

Dulces AdictivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora