24 de Septiembre, 2019
Siempre se había tratado de ella y los pequeños y bien elaborados pensamientos que en su mente solía imaginar. Palabra por palabra, e idea tras idea los iba plasmando mientras descalza y gustosa de danzar sobre los verdes páramos de las afueras de Londres, las historias jamás un humano común y corriente pudiese siquiera llegar a imaginar. Y así ella era feliz, inundando sus pulmones de aire puro y fresco para contemplar el extenso cielo rosa allá a la distancia.
Apenas logró abrir sus oscuros orbes le sorprendió el ver al pequeño de cabellos dorados sentado cruzado de piernas sobre la gastada madera del piso de la habitación. Le miraba con curiosidad.
- Alex, ¿otra vez aquí? ¿Qué pasa cariño?- arrastrando sus palabras, e intentando disipar el sueño.
Intentó recobrarse en la cama invitando al pequeño a sentarse al lado de ella. "Esto no está bien, hay algo que le preocupa", pensó.
- Dime, ¿acaso anda algo mal? ¿Quieres decirme algo?
Pero él permaneció en silencio mientras le observaba con detención, y aquellos ojos inocentes que tanto amaba. Negó meneando la cabeza.
- Muy bien cariño, entonces... ¡arriba! Es hora de desayunar, ¿ya sabes qué quieres comer?
No era la primera vez que Andy se despertaba y se encontraba con esta escena. Es por esto que estaba comenzando a preocuparle, y es que la familia para ella era lo primero. Ideas tales como que el pequeño tuviera problemas en el colegio, o que deseara hablar de la muerte de sus padres y por algún motivo no se sintiera preparado para hablar con ella de aquello, hicieron que decidiera que fuera cual fuera la causa que estaba provocando esa conducta en el menor debiera de averiguarla, porque bien sabía no soportaría ver a su hermanito sufriendo por algo sabiendo que ella podría haber hecho algo para evitarlo.
Andy, era sin duda alguna, un ser bondadoso. ¿Cómo se los explico? Así y más inofensivo que una hormiga al lado de la omnipotente figura del cíclope nos presentó la obra de La Odisea, de Homero, ella solía preguntarse ante las estrellas sentada sobre las frías planchas de zinc cada noche observando las estrellas, qué mundos interminables habría por descubrir al interior de cada estrella. Claro, ella no lo sabía, pero justamente aquella que en ese momento veía... sí, exacto. La estrella fugaz que prontamente atravesó el cielo, sería la que contaría específicamente su historia, aquella que relataría qué fue de la vida de Andy Smith. Sin saberlo pues entonces, al día siguiente embarcó el inicio del próximo hito que cambiaría su vida.
- ¡Señorita Smith, un placer! - la voz aguda voz masculina la distrajo de su quehacer.
Al voltear pudo ver a un hombre de tes negra calvo en la zona de la coronilla.
-¡Señor Rousseau, un gusto! Me presento, soy Teresa Martínez, tía de Andy- aún no acostumbrada al acento británico. La veinteañera ya comenzaba a pensar que pasaría tiempo hasta que por fin ella olvidara la "z" característica que usan los españoles al final de sus frases.
La mayor hizo una referencia y señaló.
- Mi niña, él es el rector de la Universidad de Oxford- Andy le ofreció la mano de vuelta al señor de estatura media y contextura gruesa, que tras finalizada la acción volvió a ajustar los anteojos que llevaba puestos. Era la tercera vez que lo hacía desde que había interrumpido la visita de las mujeres al campus, por lo que parecía tratarse de un tic.
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Maybe ©
Ficção AdolescenteEn una búsqueda empedernida científicos ingleses logran asemejar la imagen humana en un espécimen creado en base a recombinación genética. Años más tarde, ella es liberada desconociendo su real origen. Es así como dos años más tarde su vida está a p...